viernes, 8 de agosto de 2014

La abuela ha venido temprano a casa con ¡cuatro ensaimadas! Ha preparado el desayuno y nos hemos sentado a la mesa. Al alargar la mano para coger una me ha dicho que espere. Sin embargo Pascualita se ha comido la suya. - ¡Ya estoy harta de favoritismos, abuela! - "La sirena tiene que coger fuerzas para poder soportar el disgusto que voy a darle" - ¡¿Qué vas a hacerle?!

La respuesta debió perderse a través de la ventana... o no me respondió. Así que esperé... Un rato después oímos - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! - Y yo lancé a Pascualita al jarrón chino pero, con el sobresalto, fallé y salió (ella sí) por la ventana. Corrí al balcón atropellando en el camino a la Cotilla. Afortunadamente el ayuntamiento no ha mandado podar los árboles de la calle y están frondosos. Pascualita estaba acostada sobre una rama mientras un gorrión la miraba, curioso. Le lancé una cuerda fina, con una anilla de latón atada a un extremo y ella se agarró. Ya tenemos práctica en este método de salvamento porque mis lanzamientos de sirena no siempre dan en el blanco. De todas maneras no me perdona estas cosas y voy todo el día por casa con las gafas de sol puestas.

La Cotilla y la abuela estaban abrazadas, llorando.Se me aceleró el pulso - ¿Se ha muerto la Momia? - "No" - Entonces... ¿se ha muerto Andresito? - "No" - ¿Se ha muer...? - "¡¡¡NADIE!!!... Estoy abrazando a mi amiga porque es una buena mujer... Es verdad que roba ...pero para vivir. ¡Pero no miente! Estoy orgullosa de ella ¡buaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!" - ¿A pesar de lo del abuelito primero? - "¿El qué...?" (me miró confundida) ¡Ah, eso!"

Cuando se repuso, la Cotilla llevaba toda la espalda mojada de las lágrimas, las babas y los mocos que la abuela había soltado en abundancia. La vecina estaba tan extrañada como yo. - "Le he dicho a Andresito ¡no hay cena ésta noche! Si quiere comer que se vaya a la fonda del Sopapo" - ¿Qué te ha echo el abuelito? - Nada... ¿por qué?" - Como vas a dejarlo sin cenar... - "A él no, a Boquita de Piñón" - ¿Al Pinocho mayor? - "Quería pescado... ¡Pescado nada menos! ¡Encima! Después de permitir, negándolo, que los bombardeen con ondas sonoras ¡ahora quiere comérselos ¡En mi casa, no! Imaginaros que tenemos como mascota a un delfín, o a una ballena... o a un cachalote... Bueno, vamos a ponerlo más fácil ¡una sirena! ¿Cómo creéis que le sentaría ser bombardeada por sonidos insoportables? ¡Se volvería loca! Y atacaría a todo bicho viviente que fuera o se pareciera, Boquita de Piñón y su conseller ¡Eso haría la sirena. Estoy segura!" -¡Yo también!  (dije en un arrebato) - ¿Y tú como lo sabes? (me preguntó la Cotilla) - Antes de que se me ocurriera una respuesta, Pascualita saltó a la mesa de la cocina cayendo sobre los plátanos. Los destrozó a dentelladas.

La abuela se fue con la vecina a comprar chinchón mientras me dejaba a mi con el marrón de neutralizar a la fiera de la sardina con tetas (pequeñas, eso sí) Se me ocurrió una idea. Le enseñé las fotos del Diario donde salen el Presidente y el conseller, luego lo coloqué junto a la boca del jarrón chino y dije - Estos son los mentirosos, Pascualita ¡A por ellos! - No se hizo de rogar y se sumergió con periódico y todo mientras lo hacía girones con su dientecitos de tiburón.

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