lunes, 25 de agosto de 2014

La abuela ha entrado en casa, se ha acercado a mi que, en ese momento estaba bebiendo mi cola cao y me ha dado tres collejas como tres soles, haciendo que se me derramara todo y poniéndome perdida. - ¡Abuelaaaaa! - "¡Ay, que bien me he quedado jajajajajaja!" - Ya me dirás dónde está la gracia (remugué enfadada) - "Ah ¿pero no la has visto? Mira" - Y me dio tres collejas más - ¡¡¡Ya vale!!! - Y mientras yo estaba más enfadada que un mono, ella no paraba de reírse.

- ¿Por qué no le das las collejas a tu marido o al mayordomo? - "¡Ya se las he dado y les ha pasado lo mismo que a ti. Se han enfadado. Sois unos sosos y unos aguafiestas... Ahora verás como Pascualita vale más que todos vosotros juntos" - Se acercó a la sirena que estaba en la mesa de la cocina lamiendo el cola cao caído y le dio tres pequeños pescozones. El bicho se revolvió como un león, sacó los dientes a pasear y a través de ellos, surgió un chorrito color chocolate que pasó rozando la oreja de la abuela. - A ella tampoco le ha gustado. - "Eso le pasa por vivir contigo. Quien duerme con un cojo, al cabo del tiempo también cojea"

En cuanto oyó la voz de la Cotilla - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! - La abuela se le acercó rápidamente y sin que la vecina pudiera reaccionar, le dio tres collejas sonoras. - ¡Oye!...(le gritó y luego se dirigió a mi) ¿qué le has echo a tu abuela. - ¡Nada! Ha venido dando collejas. - Podrías repartir billetes de banco en lugar de eso... ¿A santo de qué lo haces? - ¿Visteis al Cholo Simeone con que arte le dio tres collejas al árbitro? jajajajajajaja ¡Estuvo sembrao!" - Menudo desprecio le hizo al hombre... y eso que no le dio fuerte como haces tu (dije rascándome la coronilla que aún me picaba) - "Le han castigado con ocho partidos de sanción. ¡Otros que tal bailan! Mira que nos cuesta reír. La crisis se lo ha llevado todo, hasta el sentido del humor" - Perdona, pero el Cholo se pasó siete pueblos.

Nos sentamos en la cocina y sacamos la botella de chinchón. Al cabo de un rato Pascualita, que estaba en el jarrón chino desde que llegó la Cotilla, saltó  la mesa a lamer las gotas de licor que yo dejaba caer. La Cotilla ni se enteró porque estaba hablando de los euros que había ganado vendiendo los sostenes nuevos. Luego la sirena se impulsó con la cola y saltó hasta la cabeza de mi abuela, agarró un mechón de pelo y le dio unos tirones que casi la dejan calva. A la velocidad del rayo saltó hacia mi que, de un manotazo, la devolví al jarrón chino... bueno, casi, porque se estrelló contra el cristal de la ventana y cayó al suelo aturdida - Luego me levantaré (pensé)

Pero entonces recordé una cosa y me puse en pie. Pasé por detrás de la abuela y le arreé tres collejas sonoras que me hicieron reír mientras ella se quejaba. La Cotilla, a su vez, pensó que tenía que ir al baño y dando la vuelta a la mesa, pasó junto a la abuela y le dio tres fuertes collejas más. Fue tanta la risa que le entró que no le dio tiempo de llegar al baño y tuvimos que pasar la fregona. La abuela se enfadó muchísimo y dijo que no volvería más por mi casa. Entonces yo dije la célebre frase: Tanta gloria lleves como descanso dejes.

Andresito me ha dicho que la abuela ha dormido toda la tarde del dolor de cabeza y el cabreo que ha cogido porque, al llegar a su casa ha recibido sendas collejas de su marido y de Geoooorge. Eso sí, se las han dado con mucho sentido del humor.

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