miércoles, 20 de agosto de 2014

Cargadas hasta las cejas con sillas plegables, sombrillas, toallas kilométricas y bolsas llenas de cremas y potingues, las cinco mujeres de la casa... Pascualita también ha venido, hemos cogido el autobús y hemos ido a la playa. La única que iba con una sonrisa de oreja a oreja, era la Momia. Nunca había ido a la playa en plan jubilada de cinturón apretado - ¡Hay que ver las cosas que descubro y aprendo yendo con vosotras! - Claro que ella no cargaba con nada la jodía.

- "Que ganas tengo de que salga Geoooorge de la clínica" (se quejó la abuela) - ¿Por qué? (preguntó la Cotilla) - "Para volver a ir a los sitios en el rolls royce" - ¡Pero así es más natural. Más real! (gritaba la Momia, enardecida por sentirse de la clase obrera durante unos días) - Cuando por fin estuvimos instaladas a la orilla del mar me desentendí de ellas y entré en el agua fresca y transparente con Pascualita metida en la bolsa de rejilla de acero y estuvimos nadando un buen rato hasta que, de repente, la sirena atacó a la malla - ¡Eh, que pasa! Tranquilizate. - Pero no lo hizo y cada vez atacaba con más fiereza. Entonces sentí miedo. -¿Has visto un... ¿un tibu... tiburón? - Una mano se apoyó en mi hombro y estuve a punto de irme al Otro Barrio del susto. - Que dice tu abuela que salgas. Está puesta la bandera de MEDUSAS... aaaaaauuuuuuu..... ¡vamonos!...aaaaaaayyyyyyyy - Dejé a la Cotilla con su "problema" y entonces vi una que se puso a tiro de la sirena. Alargó la mano y en un abrir y cerrar de ojos, se la había comido. Así que era eso. A Pascualita le gustan las medusas.

Al llegar a la arena se lo comenté a la abuela. - ¿Por qué no has venido tú a avisarme? - "¿Para que me piquen a mi?... ¿Así que a mi amiga le gustan estos bichos? Pues vuelve al agua y que se de un banquete" -
Y se quedó tan pancha. Poco después llegó la Cotilla llena de verdugones de las picaduras - Acuérdate que me has prometido que si avisaba a tu nieta que me presentarás a Jordi Pujol (dijo a la abuela) - "Si hija, sí" -

De vuelta a casa, en la parada del autobús cogimos un taxi hasta casa. Nos habíamos achicharrado mientras contemplábamos a la abuela, con su bikini rojo de topos verde fosfi, ligando con el socorrista de la playa, alabándole su valor y palpando, como el que no quiere la cosa, todo cuanto músculo se le puso a tiro. Llegó emocionada a casa y nos sirvió un chinchón a cada una, incluida Pascualita echando un chorrito al jarrón chino.

Mientras dábamos cuenta de una buena ensalada, la abuela comentó que un hombre cumplió la promesa de subir de rodillas la Cuesta de la Sang, si Matas y Munar acababan en la cárcel. Y como así ha sido, lo ha hecho. Acabó con las rodillas ensangrentadas pero con el orgullo de haber demostrado que su palabra es ley y que la Ley se ha cumplido. - "Yo también quiero salir en los periódicos. (dijo la abuela) Prometo subir la Cuesta de la Sang ... de espaldas si ... estooooooo... Va, una ayudita.... a ver... si  ... ¡Ya sé! Si el Atlético Baleares sube de categoría. ¿Vendréis conmigo?" - ¡¡¡Siiiiiiiiiiiiiii!!! (gritamos entusiasmadas) - Luego la Momia levantó una mano - Y yo prometo subir la Cuesta de la Sang de espaldas en la silla de ruedas (siempre que me empujéis, claro) si el jovencito que me gusta, cae en mis brazos - ¡Jovencito! jajajajajajajaja (grite yo) ¡Si tiene 95 años! - La patada que me dio la abuela en la espinilla todavía me duele.

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