domingo, 3 de agosto de 2014

Al despertarme me dolían todos los huesos.  Los brazos se me han alargado de tanto trajinar garrafas de agua. Ahora me rasco las rodillas sin necesidad de agacharme.

Mientras Pascualita y yo desayunábamos le he afeado que ayer se divirtiera tanto con la abuela. -  Podrías haber disimulado que lo pasabas bien. No eres solidaria. Y encima tengo que darte la mitad de mi ensaimada. - No es que quiera dársela pero me coacciona enseñándome los dientes de tiburón. Más tarde he decidido que vamos a ir a la playa. Total con la bolsa de rejilla de acero atada a mi muñeca, también nadamos juntas la sirena y yo. Pero ésta vez no le diré nada a la abuela para que no me chafe el plan.

Cuando salía a coger el autobús cargada con los trastos playeros, me crucé con la Cotilla que volvía de "trabajar" en las iglesias - Si me esperas me vengo contigo. - ¡Ni loca voy con usted! - Tengo un bikini precioso para estrenar... - ¡Ahora sí que no la espero!... ¿De dónde lo ha sacado? - Lo hice de ganchillo mientras hacía cola en el ambulatorio.

Al llegar a la playa el mar estaba bravío. Había unas olas de casi dos metros de altura y una resaca que me llevaba para adentro pero como hacía mucho calor, nos metimos en el agua la sirena y yo y medio minuto después éramos volteadas por una ola furiosa.  Intenté levantarme pero otra ola rompió encima de mí. di volteretas y acabé sin saber si estaba arriba o abajo ¡Madre mía, que juerga! ¡Y gratis!

Tragando agua, aguantando golpes en los riñones, en la barriga, de lado, soportando ahogadillas, llenándome el bañador de arena estaba feliz porque mi ¿amiga? y yo estábamos disfrutando juntas en el mar. Saqué un momento la bolsa de malla de acero para ver cómo estaba la sirena y la vi verde ¿Se había mareado? jajajajajaja ¡Pascualita se había mareado! Y estaba furiosa porque quería romper la red a dentelladas. En ese momento una ola gigantesca me pilló desprevenida y me arrastró, volteó, ahogó, aplastó y cuando, tambaleándome como una borracha conseguí ponerme de pie ¡no llevaba el bañador! La ola me lo había arrancado y no lo veía por ningún sitio... ¡No podía salir del agua porque la playa estaba llena de gente y me daba mucho corte que me vieran como mi madre me trajo al mundo!

Entonces oí voces conocidas que venían de la orilla - "¡¡¡Yujuuuuuuuuuuu. Hemos encontrado tu bañadooooooorrrr!!!" La abuela y la Cotilla, ambas con escuetos bikinis de ganchillo, con una bola amarilla en cada copa del sostén que oscilaban al saltar, me hacía señas y exhibían mi bañador como un trofeo. Luego la Cotilla lo tiró al contenedor de basura. A continuación la abuela mando a Geoooorge a que me trajera un bikini igualito que al que llevaban ellas, con bolas danzantes incluidas. Cuando el unitetillo llegó hasta mi, me miró con cara de asco y me lo dio sujetándolo con dos dedos.

Mientras decidía si me lo ponía o no, las dos amigas corrían por la orilla, mientras tetas y borlas subían y bajaban al compás, contándole a todo el que quisiera escucharlas, que yo estaba en cueros por culpa de una ola. Consiguieron que un buen grupo de gente ociosa esperara en la orilla mi llegada y me recibieron con un sonoro aplauso y risas estridentes mientras yo también provocaba vaivenes y baile de borlas porque aquel sujetador no sujetaba nada.

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