miércoles, 2 de julio de 2014

Pascualita se ha enamorado. Y está tontorrona como nunca. Por supuesto la abuela me ha echado la culpa pero, como le he dicho, nadie manda en las cosas del amor. Y el flechazo ha sido inmediato además de inesperado. Y todo ha sido por intentar animarla.

Hace ya tiempo que sufrimos una experiencia horripilante cuando la enfrentamos a un espejo con las mejores intenciones. La sirena se convirtió entonces en una fiera corrupia que se lanzó contra su imagen creyendo que era un enemigo que quería comérsela. Cuanto más agresiva se ponía, igual hacía su otro yo y tuvimos que guardar el espejo para evitar desastrosas consecuencia, por ejemplo, que se rompiera el espejo y... tuviera que comprar otro.

Al verla ahora tan alicaída pensé que un ratito de furia incontenible, le activaría la adrenalina y saldría del pozo en el que cayó después del coma etílico. Así que, usando el guante de acero ante los ataques que lanzaría a su reflejo, le puse delante el espejo... Y la reacción fue para mear y no echar gota. Así que llamé a la abuela - ¡Ven en seguida! ¡¡¡Pascualita no ataca!!! - Oí el frenazo del frenazo del rolls royce al cuatro de hora. - "¡Se muereeeeeeeee. Se muereeeeeeeee!" - Que manía abuela... aunque es verdad que hace cosas raras. - La sirena estaba pegada al espejo, rozando su cabeza contra la de su imagen. Luego "se miraban" bizqueando y juntando las bocas en forma de O - ¿Qué le pasa, abuela? - "O se ha vuelto majareta... o está enamorada" - ¿De sí misma? - "Ella no lo sabe... Que bonitoooooo"

Para gustos, colores. ¿Bonito? ¿Un bicho de color amarillento-grisáceo con manchas cadaverinas, frotándose contra otro igual a él es "bonito"? - ¿Qué hacemos ahora? - "Nada. Esperar que acabe el idilio" - Me gustó más cuando se enfrentó a su yo... - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! - ¡La que faltaba para el duro! (cogí a Pascualita, con espejo y todo, al que parecía estar pegada y sin pensar en lo que hacía, la lancé al orinal. - "¡¡¡LOCAAAAAAAAAAAA!!!" (gritó la abuela)

¡Menudo estropicio! El mundo de la sirena se vino abajo en un santiamén: el espejo y el orinal se hicieron añicos. Pascualita, impulsada por la caída, desapareció debajo del aparador, seguramente aturdida, aunque no tardó en aparecer en busca de su "amor". La vi desconcertada al encontrarse con varios trozos de espejo, como si no supiera con cual quedarse y finalmente optó por lo más fácil: se quedó con todos. cuantos más "pretendientes, mejor"

Mientras la abuela entretenía a la vecina y yo intentaba arreglar el desaguisado, la oí hablar: - "Es un disgusto muy grande ¡Era parte de la herencia de mi suegra para Andresito! Esto la matará, la matará ..." - ¿A la Momia? ¡que va, mujer!... Ahora, tu marido... quién sabe. - "¿Por qué no me buscas un orinal igual?" - ¿En el que se hayan sentado culos de rancio abolengo?... Será difícil pero... tal vez el señor Li tengo algo parecido en su tienda.


No hay comentarios:

Publicar un comentario