jueves, 17 de julio de 2014

He ido a la Torre del Paseo Marítimo a rogarle a la abuela que me devuelva a Pascualita y me ha tenido dos horas esperando, sentada eso sí, en el recibidor. Me ha mandado recado a través de Geoooooooorge,: - Madame decir no poder recibir ahorau.  Hacer antesala. - ¿Eso qué quiere decir? ¿Que le limpie la antesala? ¿Y la antesala qué es? ¿el recibidor? - Mi no saber. Mi ser músicou. - Al final no me enteré de que pieza de la casa era aquella, solo sé que me tuvo dos horas de plantón.

En ese tiempo salió Andresito que iba al gimnasio - Y luego iré a la Universidad para ver qué temas estudiaré el curso que viene. - ¿Por qué no llevas la camiseta verde de ¡Crida!? - Porque mi facultad es privada. - ¿De esas que separan a los chicos de las chicas? - Sí. Es menos pecaminosa. - Por eso a veces vas más encendido que un misto. Esto no es sano, hombre. - Por eso voy al gimnasio a desfogarme. - ¿No te basta con mi abuela? - No tienes edad para hacerme preguntas íntimas, jovencita (se puso colorado como un tomate)... Me tiene a pan y agua porque, con todas la joyas que le he regalado, se ha empeñado en llevar ese horrible broche con algo que parece un bicho gordo en el centro y me he enfadado. - Esto te enseñará que, a quién tienes que regalar joyas es a mi que para eso soy tu nietastra.

Finalmente la abuela accedió a recibirme. - "¿Qué se te ofrece?" - ¡Ya era hora, leche! Habrá que echar una instancia para verte. - "No es mala idea... me lo pensaré. Esto es una Casa Bien y tiene que notarse" - Vengo a buscar a Pascualita. - "¡Nasti de plasti! Mañana voy a ir al Club Náutico y llevaré mi mascota" - ¿Pascualita? ¿Estás loca? - "Tengo que dar envidia a Maruchi. Ella lleva un mono titi y farda que no veas" - Abuela, vuelve en ti que te estás volviendo tonta...

Llamaron a la puerta - "¡Geooooorge, open the door, pleassssssssse!... ¡Es Maruchi! (gritó y luego me susurró al oído: No digas que eres mi nieta... Cree que tengo 50 años recién cumplidos)" - ¿Trabaja en la Once? (susurré a mi vez pero luego se me encendió la bombilla y recurrí al chantaje puro y duro) ¿O me llevo a la sirena o le canto a esa el año de tu nacimiento? - "(¡Está bien! ¡que cruz tengo contigo!)"

La tal Maruchi estaba bien cebada. El vestido tenía dos tallas menos y los rollos de su abundante carne amenazaban con hacer saltar las costuras. La abuela me pasó, rápidamente, el broche con Pascualita incorporada y cuando Maruchi hizo el intento de sentarse en uno de los butacones, lo dejé caer. De repente sentí curiosidad por ver a la velocidad que podía levantarse un cuerpo tan rotundo... Cuando la sirena y yo salimos a la calle aún se oían los alaridos a pesar de que, entre la abuela y Geoooorge, corrieron a cerrar ventanas y balcones.




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