viernes, 25 de julio de 2014

Continuamos camino a trancas y barrancas porque el rolls royce no es un todo terreno y en ocasiones Geoooorge se niega a meterse por veredas donde los caminantes deben pasar en fila india. Entonces paramos y discutimos qué hacer - Mi no meter rolls ahí. - "Pues ya me dirás cómo pasamos" - Peregrinous decir: carretera y manta. - ¡Carretera no! (grité yo que llevo muy a rajatabla el peregrinaje por rastrojos) - "Nena ¿por qué no vas tú por ahí y nosotros por carreteras civilizadas y ya te recogeremos en algún punto?" - ¿No queríais hacer el camino? Pues ajo y agua. - ¡Qué cruz tenemos con esta nieta tuya! (protestó la Cotilla)

El abuelito, que tiene mucha paciencia, la va perdiendo a medida que la abuela no para de hablar de Santiago. Creo que se está poniendo celoso. - "Estoy loca por conocerlo... Para la primera visita me pondré la minifalda de volantes y lentejuelas y la camiseta fucsia de tirantes" - No pienso acompañarte a saludarlo. - "Mejor. Así, si me tira los tejos no te harás mala sangre" - (La Cotilla metió baza) Siendo tan importante ese señor será interesante buscar en el contenedor de basura de su calle... Por cierto ¿alguien quiere unas magdalenas? Son de tu barrio, Andresito... Solo hace una semana que caducaron.

El primer día que hice la etapa sola con Pascualita me senté en la ribera de un río para meter los pies en remojo y saqué a la sirena para que le diera el aire. La puse en mi escote y estuvo tranquila hasta que unos peces saltaron fuera del agua. Entonces, sin previo aviso, se impulsó con la cola y se zambulló en las aguas dulces. - ¡Pascualita, no es el mar! ¡Ven aquí! - La vi nadar a toda velocidad tras los peces que, asustados, huyeron en todas direcciones. De repente pareció ahogarse y la corriente se la llevó río abajo. Corrí tras ella por la orilla tropezando con las piedras del camino. Un puente romano apareció de repente. Pensé que Pascualita se asiría a sus paredes pero no tuvo fuerzas para ello.

Los peregrinos con los que me cruzaban me miraban asombrados. A la vuelta de un recodo vi a Geooooorge en íntima charla con uno de ellos. - ¡Geoooooorge, cójelaaaaaaaaaa! - Y me di cuenta de qué él nunca había visto a la sirena. - ¡¡¡Coge ese pescadooooooooooo!!! - Se limitó a poner cara de asco y seguir charlando. Me cegaba la rabia y al llegar hasta él lo empujé con todas mis fuerzas y caímos juntos al agua. Pascualita estaba varada entre unas algas y pude cogerla. Le hice el boca a boca hasta que me transmitió su aliento de pescado podrido y revivió. Aturdida, me amenazó con los dientes de tiburón y le di un manotazo yendo a caer en el pecho del mayordomo que, en ese momento, estaba enseñándole un lunar a su nueva conquista. Pascualita, que aún estaba traumatizada tras la resurección, mordió con fuerza una de las tetillas de Geoooorge para no caerse.

Los gritos de Geooorge cuando le arranqué la sirena eran espeluznantes. Saltaba, lloraba, daba alaridos, corría en círculo... Mientras me dirigía al rolls royce, con Pascualita relamiéndose en la garrafa, pensé que el inglés no tardaría en fardar delante de sus conquistas de ser unitetillo. Me lo imaginé diciéndoles - Solo tener unau, darling... ¿No creer?... ¿Querer verlo?... En fin, aún tendrá que darnos las gracias a Pascualita y a mí por ayudarle con los ligues.

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