lunes, 21 de julio de 2014

Aún tengo el susto metido en el cuerpo y la abuela, que lo sabe, me llama continuamente para reírse de mi. Eso me saca de mis casillas y tengo que darle un lingotazo, de vez en cuando, a la botella de chinchón. No puedo seguir así. Una de las veces le pregunté de dónde habían sacado el mono de obrero que les sirvió para imitar al ahogado. - "¡Maruchi es tan graciosa!" - No me digas. - "Es que tu no tienes sentido del humor y así te va que no encuentras novio ni por casualidad... El mono se lo cogió "prestado" a un mecánico del taller donde le arreglan el coche ¡lo dejó en calzoncillos al hombre!jajajajajaja. - Huy, pues si que es graciosa la jodía (dije con retintín) - "¿Ves como eres una sosa?"

- Abuela, me voy a encontrarme a mi misma. - "¡No me digas que te has perdido!" - Haré el Camino de Santiago. - "¿Querrás decir CON Santiago? Cada día hablas peor" - Y me llevaré a Pascualita para que ella también se encuentre. - "Te lo he dicho mil veces. Te hace falta un buen revolcón"

Al comprar el billete de avión tuve un lapsus y pedí para Santiago de Compostela. La chica de la oficina dijo: Así no vale. Hay que caminar. - Claro, del aeropuerto a la Catedral. - ¡Son días de camino! - Pues sí que lo han puesto lejos. - Cuando me dijeron los kilómetros que tendría que recorrer empezaron a dolerme las piernas pero entonces pensé en la abuela y compré el billete.

Al aeropuerto de Palma llegué cargada como una mula. Al cuello, en lugar de la concha del peregrino, llevaba el termo de los chinos con Pascualita dentro. Y en la mochila, además de ropa, comida, libros, zapatos de recambio, etc. etc. llevaba dos garrafas de 5 litros cada una llenas de agua de mar porque estuve mirando la ruta y no se acerca a la costa

. Mientras hacía tiempo dormitando en el solarium, el piar de los pajaritos me adormeció ... hasta que unas voces muy conocidas me sobresaltaron - "¡Ahí está! ¡Corre, Cotilla que nos quitarán el sitio esos alemanes!" - La abuela llevaba a la espalda una mochila pequeña, plateada, adornada con cintas de Lluch, deportivas con tacón, shorts rosa chicle, un rosario de nácar colgado del cuello, una gorra de Disney  y un abanico rojo y amarillo que ponía Viva España ("Para que los extranjeros de allí sepan de dónde somos" - me dijo luego) - No son extranjeros - "Ah, claro. Los guiris seremos nosotras ¡Que ilu!" -  La Cotilla vestía un chándal de la mili, gorra amarillo canario llena de pins; un petate que a saber de dónde lo había sacado, adornado con estampas de santos; chanclas de plástico y una bolsa de mercadona con bimbo y paquetes de embutidos caducados un mes atrás. - "¡¡¡Nenaaaaaaaaaaa!!! ¿No pensarías irte a ligar con Santiago tu sola, verdad?"

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