sábado, 12 de abril de 2014

Mientras una parte del País mira al cielo para ver qué tiempo hará cuando salgan las procesiones, otra parte mira también para ir de excursión, o no. Y más partes mirarán al cielo antes de emprender el viaje de vacaciones de Pascua; otras partes lo harán para saber si hará mucho calor porque tendrán que pasarse unas cuantas horas cerca del horno y otras, como yo, mirarán el reloj para saber cuánto falta para que venga la abuela y empecemos a preparar las comidas tradicionales de estos días.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Ya ha venido tu abuela? - Todavía no, así que vuelva más tarde, por ejemplo, a las diez de la noche. - ¿Y qué como mientras? - ¿No le queda ninguna "delicatessen" del contenedor de basura del súper? - ¡Menos guasa, niña!

Estaba deseando que la Cotilla nos dejara en paz porque me hacía mucha ilusión que Pascualita participara en la preparación de las empanadas y demás. Y teniendo a la vecina en casa no iba a ser posible. Llamaron a la puerta y pensé que sería Geoooorge cargado con los avíos de la comida, pero fue el señor Li quien entró muy decidido, hasta la cocina. - ¿No estal abuela? - Pues no... - Yo espelal sentado. - Y parecía tonto el chino.

Poco después vino Blas el parado - ¿Ya ha llegado tú abuela? - Aún no... - Esperaré. - (A éste paso no me bastarán las sillas) - Llamaron otra vez. Era Bedulio. - La abuela no está. (dije al verle) - ¿Cómo sabías que iba a preguntarte ésto? (y abrió mucho los ojos) - Me lo ha chivado al oído mi primer abuelito. - El Municipal tragó saliva - ¿El ... fantasma...? - El mismo. - A continuación vino el Médico - ¿Tu abuela...? - No estááááááááááá´. - Vaaaaaaaaaaaaaaale, - Por último, llegó Andresito con la Momia - ¿Ya ha venido... ? - Nooooooooooooooooo.

La Cotilla, al ver tanta gente se puso nerviosa - ¿A ver si no va a bastar el potaje para todos? - ¿Qué potaje? - El de Semana Santa. - Hoy no toca. Es el viernes. - ¡No fastidies! ¿entonces que hacen todos estos aquí? - No lo sé. Algo harán - ¿Y el chinchón? - ¡Pide más que Hacienda, jopé!

¡Por fin llegó la abuela seguida de Geoooooooorge! - ¡Hola a todos! Venga, vamos a la cocina. - Entraron en tropel y un minuto después aquello era un jolgorio. Unas horas más tarde salieron todos sudorosos y contentos. De la cocina llegaban  unos ricos aromas que abrían el apetito. Y casi en seguida, los hombres salieron con bandejas cargadas de empanadas de pescado, cocarrois, torrijas, rosquillas y crespells. La Cotilla llevaba dos botellas: la de chinchón y la de moscatel. Todo se colocó sobre la mesa que el mayordomo había puesto con esmero a pesar de que, platos y vasos eran de la tienda de los chinos.

Yo había cogido a Pascualita y la puse en el broche al que le añadí unas florecillas frescas para camuflar mejor a la sirena. Nos pusimos a comer a dos carrillos. La abuela, que se había cambiado, ahora lucia sus piernas gracias a una cortísima minifalda y unos stilettos de vértigo. Después de beber, alternativamente, de uno y otro licor, la Momia quería vestirse como su nuera - ¡¡¡Quiero una minifalda como la suya y unos zapatos igual, Andresito. Pero ¡YA! o te desheredo!!! - La abuela se lo trajo de su antíguo armario e hizo feliz a su suegra y padecer a su marido que temía ver a su madre caer de los altísimos tacones. Pero con ciento y pico de años, la Momia había tiempo de aprender muchas cosas, entre ellas, agarrarse bien a un hombre. Y el elegido fueeeeeeeeeeee. ¡¡¡Geooooooooorge!!! Que divertido era ver a un escuálido y arrugado pulpito, metiendo mano al pobre inglés abochornado.

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