jueves, 17 de abril de 2014

La abuela me ha dicho que va a salir en la Procesión y se llevará a Pascualita en el termo de los chinos para que vea el ambiente. - ¿Perteneces a una cofradía? - "A la de los ricos" - No me suena... - "Porque no tienes mi estatus, pobretona" - ¡Huy! ese no es el espíritu de la Semana Santa ¿eeeeeeh?..

- "Ya es hora de que la sirena conozca esta tradición. Me la colgaré al cuello, sobre la capirucha, para que no pierda detalle y en un momento dado, cantaré una saeta" - ¡Si cantas como un grillo! - "La intención es lo que vale, descreída" - Ya llevaré yo el termo de los chinos. - "¡Que no! lo llevaré yo" -

¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! Mirad cuantos velones traigo para el altar de mi Maestro Bárcenas. - La Cotilla venía tan cargada que se doblaba por el peso - No me miréis así que son legales... Estaban amontonados y he cogido unos cuantos... Como no he podido pagar la factura de la luz seguramente me la cortarán y estos velos me irán muy bien y tendré para rato. - ¿Dónde estaban amontonados? - ¿Quieres unos? Llegas tarde porque, cuando me iba, unos cofrades han venido a por ellos. - ¡Cotilla, que son para la procesión! - ¡Estos son para no estar a oscuras en mi casa!

La abuela se despidió - "¡Me voy y me la llevo!" - ¡Ni hablar del peluquín! - "¡Tiene que conocer la procesión!" - ¿Quién? (preguntó, curiosa, la vecina) - ¡¡¡Pasc...!!! (gritamos a la vez, la abuela y yo) - ¿Pascual? ¿Está aquí?... ¿Nunca a visto una procesión? ¡¿De dónde ha salido éste tío?! ¿Sabe Andresito que va a ir contigo? - "Déjate de interrogatorios que me voy" - Pero fui más rápida que ella y el termo de los chinos me lo colgué yo. - ¡Yo también vengo! A ver si hoy puedo conocer a Pascual (dijo la vecina)

Cogimos dos sillas en primera fila y nos dispusimos, la Cotilla y yo, a criticar a quienes pasaban por la calle para entretenernos. Más tarde tuvimos frío. La vecina sacó la botella de chinchón de su bolso y aunque, me dio vergüenza me acordé del refrán que dice que quién tiene vergüenza, ni come ni almuerza. Pascualita, desde el termo también se "calentó" Cuando la procesión empezó a pasar, la sirena ya dormía y a nosotras se nos cerraban los ojos de aburrimiento. De pronto una trompeta rasgó el aire junto a nosotras y poco faltó para que nos pusiéramos firmes del susto. Pascualita, despertada bruscamente, sacó los dientes a pasear. Y entonces vio a los nazarenos, con las velas encendidas, las capas flotando, las caperuzas velándoles el rostro ¡y se le erizaron los pelos-alga de miedo! Para remate, de la acera de enfrente se acercaron a nosotras, a paso de carga, unos nazarenos sin vela - ¡Que ilusión (dijo la Cotilla extendiendo la mano) van a darnos confites! - Pero lo que nos dieron fue una manta de palos. - ¡¡¡Son los de las velas, Cotilla!!! - Pascualita saltó sobre uno de ellos pero no pudo hincarle los dientes con tanta ropa.

Aquello se convirtió en un desbarajuste. La gente gritaba, yo intentaba coger a la sirena, que, impulsándose con la cola, saltaba de nazareno en nazareno hasta que acabó en la cara del que mandaba el Paso que estaba junto a nosotras. El hombre gritó y los costaleros creyeron oír la orden de levantarlo, luego la de bajarlo y la de mecerlo y la de... Acabaron dejándolo en el suelo y salieron a ver qué pasaba. - ¡¿Quién ha marcado el gol?! (preguntó uno con ansiedad)

Volvimos a casa con más cardenales que los que hay en Roma. Descalzas, con la ropa echa jirones, con unas copas de más y la Cotilla quejándose todo el tiempo - ¡Ay ay ayyyyyyyy aaaaaaayyyyyyy! . Un hombre, con acento andaluz,  que pasaba a nuestro lado, dijo - ¡Así se canta una saeta. Con sentimiento!


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