lunes, 17 de marzo de 2014

Se nota ya la cercanía de la Primavera. Los gorriones se dan baños de tierra en mis macetas. Juegan a perseguirse en vuelos rasantes. Los machos, como siempre, se pavonean ante las hembras que hacen como que no va con ellas la cosa. Y yo miro al cielo en busca de los primeros vencejos que no tardarán en llegar.

Sentada en la terraza, con Pepe-Crisogono sobre la mesa y Pascualita en el barreño de plástico que he colocado a mis pies, aunque no muy cerca para que no note que la controlo. Ya es mayor para estas cosas. Tiene su libre albedrío aunque su radio acción es corto. Otra cosa sería si estuviera en el mar. Allí sería la reina, entrando y saliendo cuando le diera la gana... o el hambre. Aquí se lo toma con calma y da vueltas en el barreño hasta que se cansa y salta al suelo para arrastrarse un poco y hacer ejercicio.

- "¡¡¡Estás pasmada!!!" - El grito de la abuela me sobresaltó. Vino corriendo con sus altos tacones y ahuyentó a unos gorriones que habían tomado a la sirena por una gruesa lombriz y se peleaban por ella. Me llevé una bronca monumental sobre lo poco cuidadosa que soy y bla, bla, bla, bla... Después me dijo que había venido a buscarme para irnos a caminar 20 kilómetros. - ¿Ahora? ¿No ves que tengo un trancazo de campeonato? Imposible. - "Esta excusa no te vale porque es por una buena causa. ¡Venga, andando!"

Por supuesto no hicimos veinte kilómetros, entre otras cosas porque la abuela llevaba tacón de aguja. - ¿No pensarás ir así? - "¡Claro. Ahora soy de la aristocracia financiera y no puedo ir por ahí de cualquier manera" - Subimos al Castillo de Bellver y volvimos a casa en bus. En la Plaza de España subió la Cotilla, aprovechando que bajaba mucha gente. Nosotras íbamos sentadas e insistió para que le cediera el sitio - ¡Si no ha pagado billete! - Soy una pobre pensionista que no llego a final de mes ¡Que pague quién pueda! Yo no puedo. Y ésta chica (señalándome) sin ninguna educación ni conciencia social, no deja que repose mis doloridos huesos en su asiento ¡Que vergüenza de País! - La gente asentía y me miraban mal. Algunos murmuraban mirándome y otros, directamente, me insultaron. - ¡Levántate y ten respeto a los mayores, cara dura! - Tuve que ir de pie hasta nuestra parada mientras las dos amigas no pararon de cotorrear y reírse de mi.

Mientras comíamos un pollo al ast que trajo la abuela, ésta insistió en que todos los días vendrá para que caminemos mucho. - ¿Para qué? - "Para dar nuestro apoyo a La Marcha por la Dignidad" - ¿Es un baile? (preguntó la Cotilla) - Será una carrera de la tercera edad (dije yo) - "¡Prohibido ver televisión que os vuelva más tontas de lo que sois! ¡La Estaban no entrará más en ésta casa! y el domingo todos a la calle ¡como si estuviésemos en Madrid!" - ¿Si hace bueno iremos a la playa?

Con las copas de chinchón en la mano, hacíamos planes para el sábado 22 cuando llamaron a la puerta. Era Bedulio. - Estooooo... Me acabo de acordar de lo que dijo ayer la Cotilla... ¿Estaba borracha, no? - ¿Yoooooooooooo? ¡Me ofendes! - Seguro que lo estaba (corroboré) - "¿De qué habló ésta loca?" - De tonterías... pero un policía tiene que estar atento... y como guardar dinero en latas de cola cao ya no es novedad... - "¿La Cotilla dijo eso? pero sino llega a fin de mes... ¿Una copita, Bedulio" - La Cotilla se encogió en la butaca ante la mirada asesina de la abuela.













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