domingo, 30 de marzo de 2014

Pascualita no quiere salir de la pila bautismal. Está muy a gusto cobijada entre las algas del fondo, con el agua templada que le he puesto y durmiendo a cola suelta. Otro tanto le pasa a Pepe-Crisogono. Lo he cogido tres veces y otras tantas se me ha caído al suelo. Eso quiere decir que no le apetece moverse de la estantería. Tampoco yo quería levantarme de la cama pero la fuerza de la costumbre y sobre todo, el no haber cambiado la hora en los relojes de casa, hacen que ahora esté desayunando con los ojos pegados de legañas.

¡Que mal llevo el cambio horario! ¿No se podrían estar quietos los Salomones que nos rigen? Ahora voy a tener el cuerpo de jota durante unos días, hasta que se aclimate. Además, por mucho que duerma hoy siempre me va a faltar la hora que nos han quitado. ¿Qué hemos hecho para merecer ésto?

Lo único bueno de la movida horaria es que la Cotilla aún no ha aparecido por aquí. Como no tiene reloj, no tiene problemas.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! - (Si antes la nombro, antes llega la pesada esta) ¿Ya ha terminado el sueño? - No lo he empezado. Me he pasado la noche buscando en los contenedores, en las cabinas telefónicas, en las papeleras... Vengo agotada... ¿no me has traído una ensaimada? La gente cada vez tira menos cosas ¿cómo voy a llegar a fin de mes? Si no hay solidaridad urbana no vamos a ninguna parte. - ¿Busca algo en concreto? - Aparte de euros, una lupa porque sigo sin ver la SUBIDA de la pensión.

Me ha estado dando la vara durante un buen rato hasta que ha dado por terminado el mitin. Se ha tomado dos copitas de chinchón y antes de que me diera cuenta (tengo el cerebro pastoso) se ha metido en el antiguo cuarto de la abuela y se ha acostado. Desde aquí oigo los ronquidos.

Después de echarle una mirada al periódico he decidido imitarla. Se me cierran los ojos mientras veo la foto de gente levantando banderas antiguas e intransigentes, contra los inmigrantes. Sin cabeza para pensar que nosotros también lo fuimos y lo somos. Así que me tomo una copa de chinchón y me acurruco en el sofá (¡bendito invento!) pongo la mente en blanco y... me dejo llevar... por el... sueño.




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