viernes, 14 de marzo de 2014

La Cotilla está enferma, depresiva. No consigue superar el disgusto que le supuso la noticia del cepillo del Cristo de la Sangre. Pobrecilla, incluso podría sentir pena por ella... pero la abuela me ha pedido que la acepte en casa para que no esté sola - "Podría tirarse por el balcón" - Podría. También te la podrías llevar tú a la Torre del Paseo Marítimo. Allí tiene una habitación. - "Ya no. Lo he convertido en saloncito para leer el Hola" - ¿Una sala de lectura? - "Eso abarca mucho. He dicho el Hola. Punto. Debido a mi estatus social es lo único que puedo leer, lo demás es cotilleo de barriada"

Al final me toca a mí bailar con la más fea. Le llevo el desayuno, la comida y la cena a la vecina y salgo corriendo. No hay que darle malos vicios haciéndole compañía que en seguida se acostumbra.

La abuela ha venido muy contenta después de comprobar que Mateo no tiene nada que ver en el regalo de los caudales al obispo - ¿Qué Mateo? - "El Alcalde" - Pero esto a la Cotilla no le alivia y sigue culpándose de su desidia: - ¡¡¡¿Por qué no subí esa cuesta. Por qué?!!! - Que cansina es...pero, por lo menos no entra en casa a cualquier hora y sin avisar. Por fin vivo tranquila, sin sobresaltos. Pascualita está feliz en su pila bautismal. Pepe-Crisogono sigue con su política de no meterse en nada y yo... ¡yo me aburro!

Esta mañana ha llegado una orden de desahucio para la Cotilla. Su piso es de renta antigua y los dueños le quieren sacar mayor provecho. - ¡Pero si son mis caseros desde los años 50! Los de ahora no, sus abuelos... Se habrá equivocado el cartero... ¿Dónde voy a ir? - A mi que no me mire. -

Cuando le subí la cena le pregunté -¿Se le ha ocurrido algo? - ¿Puedo ir a tu casa? - Siga pensando. - A las cinco de la madrugada ha aparecido a los pies de mi cama y ha encendido la luz. Estoy viva de milagro. - Pediré ayuda al obispo. - ¿Y por qué no ha ido a contárselo a él en lugar de darme éste susto? - Por la mañana se lo conté a la abuela - "Espero que no me nombre delante de él" - Que pesada está con el qué dirán desde que es rica.

Por el modo con que arrastraba los pies supe que había fracasado.- ¿Por qué no? (pregunté) Ahora tiene dinero fresco. - Dice que no es suyo - ¿De quién, entonces? - De la Iglesia. - ¿Y él que es? - Iglesia. - ¡Pues blanco y en botella! - Eso le he dicho yo pero me ha contestado que Botella solo hay una y está en Madrid.- Entonces habrá que luchar, Cotilla. - ¿Contra el obispo? - No. Contra los caseros. Mañana todos a la calle por sus derechos. - ¿De los caseros? - ¡No! Los suyos de usted, ¡jopé! - ¡Yo pondré los bocadillos y la bebida! - ¡Ese es el espíritu, Cotilla!... ¿De dónde sacará todo esto? - Lo lista que pareces a veces y lo tonta que eres en realidad ¡Del contenedor del súper, boba de Coria!

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