jueves, 27 de febrero de 2014

Pascualita no ha venido a la mesa de la cocina a la hora del desayuno. Allí estábamos Pepe-Crisogono y yo esperándola y me ha extrañado que no saltara sobre mi tostada con aceite. Pensé que se habría dormido. Es natural porque estaba en "su casa" y no en aquel largo tubo de cristal, que ni es acogedor ni hace hogar, que la tiene la abuela.

Esperé un rato y mientras estuve comentando con la cabeza jivarizada la discusión absurda que tuvimos ayer la abuela y yo por culpa de la Cotilla, que tiene que meterse en todo. Tengo ganas de llamar a la Torre del Paseo Marítimo y preguntar si el abuelito ha dormido con Geooooorge, pero temo que me despachen con cajas destempladas.

Media hora más tarde, preocupada, he ido a buscar a la sirena ¡y no estaba! He levantado las algas del fondo, sacudido el barco hundido y nada. Ni rastro de ella...  Le he preguntado a Pepe-Crisogono si sabía algo. No me ha dicho nada. Es tan discreto... claro que tampoco debe tener cuerdas vocales pero, no le costaría nada hacer una seña... Entonces me ha venido la abuela a la cabeza. Y su enfado de ayer ¡Gracias Pepe-Crisogono por inspirarme!

Se la debió llevar ayer sin que me enterara. Cogí las llaves y el anorak y al ir a abrir la puerta de la calle me di de bruces con la Cotilla que quería entrar. - ¡¿Adónde vas, alma de cántaro, con esas prisas?! - ¡A decirle cuatro frescas a la abuela! - ¡¡¡Vergüenza debería darte después de lo que has hecho con su novia!!! - ¡Cotilla, tengamos la fiesta en paz!

Me abrió Geoooooooorge con las pupilas dilatadas como platos. Me hizo una reverencia y soltó una carcajada (empezamos bien - pensé) Encontré al abuelito en calzoncillos, de pie y firmes junto a un butacón - ¡Te vas a enfriar! - No puedo moverme porque soy una lámpara de pie. - La abuela, enroscada en el sofá, ¿ronroneaba? - ¿A ti que te pasa? - "Ronrroneo para que no me arañen esos gatos" (dijo, asustada) - No vi ninguno. Blas salió de la cocina gritando que le atacaban las croquetas ¿Qué les pasaba?.

Fui a por Pascualita pero tampoco estaba en el tubo-pecera y entonces me preocupé de verdad. ¡Había desaparecido! En la cocina vi un trozo de coca en un plato y se me hizo la boca agua. La abuela las hace muy buenas pero la mujer de Blas, que estaba allí, le dio un manotazo y la tiró al suelo. - ¡Está endemoniada! ¡Todo el mundo lo está en esta casa! - Después me informó que la Cotilla había traído un trozo de coca que había encontrado en un descampado donde celebraban una fiesta. Como había más, se la llevó y los que la comieron ahora estaban mal. - Tu abuelo es el que está peor. No quiere sentarse. - Al volver al salón vi a Geoooooooorge que le quitaba el polvo al abuelito-lámpara con mucho mimo y cariño, sobre todo en la entrepierna donde la enorme protuberancia que se había formado allí, (supuse que unos dientecitos de tiburón tenían mucho que ver) permitió que el mayordomo colocara un cenicero . Y así supe que Pascualita estaba en esa casa, ahora solo me faltaba saber dónde.

La Momia apareció andando despacito - ¡Todos han comido coca menos yo. Egoístas! ¿Sabes si queda algo aún? - Llamé al Médico que confirmó que aquella coca tenía marihuana - ¿La has hecho tú? - Le arreé una patada en la espinilla que lo dejó sin respiración y mirándome con ojos de borrego a medio degollar. De la hinchazón de su padre no dijo nada pero me pareció notar que le envidiaba.

Al fin encontré a Pascualita. Estaba en la mesita de noche de Geooooorge. Medio reseca y hambrienta. Así que corrí con ella a casa para meterla en su pila bautismal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario