miércoles, 19 de febrero de 2014

No puedo más. Ando todo el día como una zombi. ¡Tengo sueño atrasado! Así que, además del mueble de la entrada, las sillas, la maceta y un mueble de cajones, esta noche he puesto tras la puerta de la entrada el cantarano de mi abuela. Me ha costado Dios y ayuda, hacerlo pero ha valido la pena porque he dormido de un tirón hasta las once de la mañana en que ha sonado el teléfono. Era mi jefe dándome un ultimátum. O me presentaba en el trabajo en cinco minutos (tarea a todas luces imposible porque quitar todo el andamiaje que me protegía de la Cotilla, me ha llevado casi media hora)

Luego he corrido a la parada del autobús, que no ha venido porque le alargaron las frecuencias. También he intentado coger un taxi, ilusa de mí ¿cuándo se ha visto que aparezca uno cuando más se le necesita? En las películas.

Menuda bronca me he llevado del jefe. Aún me tiemblan las piernas. Ya me veía de patitas en la calle y alimentado la cola del paro cuanto se me ha ocurrido decir: - ¿Qué pensará mi abuela?... Ella pensaba invitarle a cenar a usted y a su señora, en la Torre del Paseo Marítimo. ¡Que disgusto se va a llevar cuando sepa que ya no tenemos relación laboral alguna (aquí solté dos lagrimitas, una por cada ojo) - Al hombre le cambió la cara - ¿Es verdad eso?... ¿A santo de qué? - Yo siempre le he hablado muy bien de usted a mis abuelitos e incluso, a mi bisabuelastra, que es encantadora. - ¡Vaya!... Oiga, ¿es verdad que tienen mayordomo inglés? - Naturalmente... y un cocinero maravilloso. La Torre del Paseo Marítimo, desde que está mi abuela, es una caja de sorpresas.

Naturalmente, sigo en nómina pero ahora tengo que convencer a la abuela de que invite a esa gente. - "¡Ni hablar! Si te has dormido, apechuga con lo que te ocurra. Además, esta noche tenemos reunión en El Funeral... y mañana también" - ¿Y pasado? - "¡Toda la semana!" - ¡Abuela, por favor, ayúdame o tendré que venir a vivir a tu casa si me echan del trabajo! - "¿Por qué?" - No tendré dinero... ¿No querrás que duerma bajo un puente? - "¿Por qué no?" - ¡¡¡Abuelaaaaaaaaaa!!!

Al final la he convencido pero la cena tengo que pagarla yo. Después de mucho pensar qué podemos comer sin que me salga por un ojo de la cara, he recordado que aún queda media caja de gambas de las que trajo la Cotilla. Huelen un poco pero con una buena salsa todo se arregla. Al final la "compra" la ha echo la vecina. Hasta solomillos de cerdo ha traído.

Mientras cenábamos le he pegado una patada en la espinilla a Geoooooorge para que no pusiera cara de asco. La mesa estaba preciosa, las luces hacían brillar las lámparas venecianas. Las fuentes donde se servían las viandas eran del siglo XVIII y contribuyeron a enmascarar el raro sabor de la comida. Además, estaban tan emocionados de asistir a una invitación de los Señores de la Torre del Paseo Marítimo, que creo que no notaron nada extraño. Nosotros nos declaramos inapetentes, salvo la Cotilla que tiene el estómago a prueba de bomba y comió de todo y en abundancia ( puso como condición que quería asistir como invitada. A su vez yo le puse otra: que no dijera que todo había salido del contenedor del súper)

Cuando salimos a la calle, mi jefe y señora llevaban ya un rato rascándose pero como las reiteradas copitas de chinchón les habían puesto más que contentos, no le dieron importancia... Y ahora no sé si mañana tendré que ir a verlos a la UCI a causa de la intoxicación o directamente al tanatorio...

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario