miércoles, 5 de febrero de 2014

A media mañana han venido a casa el abuelito y Geoooooooooorge, éste cargado con una buena cantidad de tapers. Como no los esperaba me han cogido si maquillaje, corrector de ojeras, colorete, sombra de ojos, línea de ojos, rimel, rojo pasión en los labios, en fin, poca cosa. Pero, con la mala cara que le he puesto, al abuelito no se le volverá a ocurrir venir con su mayordomo sin llamar antes. - Perdona, hija (me ha susurrado al darme un beso)

Geoooooooorge, tieso como un palo, seguía a su señor camino de la cocina donde les esperaba la abuela rodeada de pasta de croquetas por todos lados. El inglés no hizo el menor comentario pero le vi arrugar la nariz mientras paseaba la mirada por las cuatro paredes de casa. El "señorito" la encontraba demasiado "¿proletaria?" quizás. ¡Anda y que lo zurzan!

- "¿Habéis dado la vuelta a la isla antes de llegar aquí? ¡Hace una hora que os espero! Anda, Geoooorge, ponte el delantal y empieza a hacer croquetas y tu, cariño mío, las vas metiendo en los tapers... ¡¡¡Venga, que los he visto más rápidos!!!" - Para mi fue una satisfacción ver al ingles pringar en mi pequeña cocina.

Había metido a Pascualita en una fuente grande, camuflada entre limones y naranjas, para que nos viera y no se aburriera. Pero como es un culillo de mal asiento, no tardó en saltar a la mesa de la cocina buscando a Pepe pero el jivarizado no estaba allí, lo había puesto yo en una repisa para que no molestara. A Pascualita siempre le ha ido mejor saltar de arriba abajo que al revés y en ésta ocasión tuvo que hacerlo porque la repisa estaba en alto. Aunque no consiguió llegar y se cayó dentro del plato que contenía pasta de croqueta.

Como todos estaban a lo suyo no se fijaron en la sirena, salvo yo que no le quitaba ojo. Salió con dificultad de la pasta y volvió a saltar hacia su amigo. Tampoco lo logró y yo me estaba poniendo cada vez más nerviosa ¿por qué no se estaba quieta la jodía? Se dio un baño de huevo batido y cuando intentaba salir del plato, Geoooooorge, sin mirar, metió una de las cucharas que empleaba para dar forma a las croquetas, pasó a Pascualita por la galleta picada y la trasteó con ayuda de la otra cuchara.

A mí me subían oleadas de sudores fríos. La abuela no se había dado cuenta porque estaba dando órdenes a diestro y siniestro. Entonces el abuelito cogió a Pascualita-Croqueta y la metió, alineada junto a las otras, en un taper. Como esta gorda sobresalía de las demás y mi abuelito la aplastó sin mucho miramiento - Molesta por el trato dado a una "dama" tan fina como ella, Pascualita sacó sus dientes de tiburón a pasear y le arreó un mordisco en el dedo que, inmediatamente, se puso como una morcilla. Y como nunca se contenta con poco, siguió mordiendo.

Los gritos, las carreras, lo llantos y los saltos (nunca vistos en un hombre de su avanzada edad) dejaron a Geoooorge patidifuso y solo acertó a gritar: - ¡¡¡Help, help!!! - Para entonces Pascualita estaba ya a buen recaudo en el estante junto a Pepe y contemplaba la tremenda escena como si la cosa no fuera con ella. Entonces llegó la que faltaba para el duro - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡¿No me digas que tu primer marido ha vuelto a hacer de las suyas?! Menos mal que he llegado a tiempo. - ¿Para qué? (pregunté extrañada) - Para tomar chinchón antes de que le deis toda la botella a Andresito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario