viernes, 10 de enero de 2014

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Vengo de hablar con el señor Li porque pensé que le interesaría saber lo de la gamba gorda que atacó a tu abuelito ¡Y vaya si le interesa! Se le ha hecho la boca agua al saber que en Bermudas puede encontrar este manjar. - ¿También le ha dicho que muerden? - Eso ha sido lo que más le ha motivado. - Que raro es este hombre. - Va a mandar a un socio a Bermudas a comprar gran cantidad de esas gambas. Le he pedido una comisión porque la noticia se la he dado yo. - ¡Usted no pierde calada! - Los Pinochos nos reducen la pensión subiendo los precios. Y ya es tan fina como el papel de fumar. - Yo también quiero mi parte. Recuerde que se la leí... Por cierto ¿dónde está Pepe?

Llevo media mañana buscando la cabeza jibarizada y no doy con ella. Incluso la he llamado a voces pero, o no está o no me ha oído... ¿Tendrá cosidas las orejas? -  La Cotilla se ha hecho la desentendida y eso me ha hecho sospechar - ¿La tiene usted? - ¿Para que quiero yo esa guarrada? - ¡Yo que sé! Pero hace nos días estaba muy interesada en ella. - ¡Quita, quita! - A la hora de comer vino el cartero y se le veía muy contento. - ¿A qué viene esa sonrisa con la que está cayendo en el país? - Cosas mías jejejejejejeje - Me está entrando la curiosidad. - No pasa nadaaaaaaaaa. - Déjame adivinar... hummmmm ... ¿Tiene algo que ver con la familia? - ¡Bingo! Que lista eres. - Y tú que tonto (y le regalé la mejor de mis sonrisas) ¿Cuánto le has pagado a la Cotilla por tu tío bisabuelo? - Se ha conformado con poco la pobre. Y eso que se cree muy lista jajajajajajaja. - ¡¡¡COTILLA, VENGA AQUÍ EN SEGUIDA!!! (mi voz resonó como las trompetas de Jericó y la vecina acudió presurosa) - ¿Así que ha vendido a Pepe al Cartero? - ¿Eh?... Pues, si. Y le saqué sus buenos cuartos. - Pepe es mío. - ¿Me estás pidiendo que los reparta contigo? ¡Ni hablar! ¿Te das cuenta que egoísta es? (comentó con el cartero)  El trabajo lo he hecho yo y se quiere beneficiar. - Sí que es egoísta, sí.

Me levanté y señalando a ambos con un dedo acusador, que hacía la veces de la espada flamígera del ángel que echó a Adan y Eva del Paraíso, dije con voz tonante: ¡¡¡QUIERO A PEPE EN MI CASA, YA. O LA POLICÍA OS ECHARÁ EL GUANTE, ATAJO DE LADRONES!!!

Media hora después, la cabeza estaba en la mesa del comedor y creí ver en ella una expresión de alivio por estar en casa... En el pasillo seguía la discusión entre el Cartero y la Cotilla porque ésta no quería devolverle el dinero que le había pagado.

Saqué el telegrama de la abuela y se lo leí a Pepe: - Calzoncillos no aparecen - stop - caso raro. - stop. - Pascualita bien. Andresito mal. Yo, desilusionada. Viagras, muertos de risa. - stop.

Por la tarde fui a El Funeral. Echaba de menos a la abuela y aquel lugar me la recordaba casi más que mi casa. Al entrar noté que mi vestuario no era el adecuado: no llevaba ni taconazos, ni lentejuelas, ni plumas, ni rimel, ni ná de ná. Noté miradas compasivas y movimientos de cabeza apesadumbrados como diciendo ¡que cruz tiene su abuela con ella! Luego todo giró en torno a los calzoncillos de Andresito - ¡Ya está resueltffo ... haaaaaaaaaaagggggggggg ¡Me ahoffffgo! - gritó uno de los hombres al que la dentadura postiza le jugó una mala pasada. - Esto te pasa por tacaño y comprarte una usada en los chinos - le censuró Conchi. - ¿Qué es lo que está resuelto? - He recibido un telegrama de ellos. Los calzoncillos están en el fondo del mar. Los tiró Andresito por el ojo de buey de su camarote tratando de defenderse de la gamba gorda que lo atacaba. - ¿Con calzoncillos? - Por lo visto no tenía nada más a mano y la ventana estaba abierta. - ¿Por qué no lo dijo en seguida? - Por vergüenza, supongo jajajajajajajajajaja ¡¡¡La de bromas de badajo y campana que tendrá que aguantar de su mujer  jajajajajajaja!!! - ¡Un brindi por eso! - gritó Conchi. Luego hubo otro y otro y...

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