sábado, 11 de enero de 2014

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! - ¡No puede entrar sin dar voces! - Es la costumbre. Aún no me he hecho a la idea de que vivo aquí. - Provisionalmente, Cotilla. - Ya veremos. Ahora tengo que solucionar un problema. Necesito un novio pero ¡ya! - Le hago saber que la Primavera aún tardará en llegar por más ardores que tenga usted. - No es eso, boba de Coria. Es que hay un cura que me tiene ojeriza y me ha denunciado... - La ha denunciado... ¿por qué?... ¿Es uno de sus "clientes", verdad? - Pues sí. Y de los buenos. He ido muchas veces a su iglesia a "limpiar"... - ¿Y dice que le tiene ojeriza? Ya era hora que alguien le pusiera las peras a cuarto. - Déjate de tonterías y acompáñame esta tarde a El Funeral para presentarme a los amigos de tu abuela. - Pero si ya la conocen. - Sí, pero necesito que me vendas bien.

Se empeñó en ponerse ropa y complementos de la abuela a pesar de que le iban grandes. Luego se pintó como una puerta y al llegar a la calle quiso que llamara un taxi. - ¿Lo va a pagar usted? - ¿Con qué? - Entonces iremos en el coche de San Fernando, un ratito a pie y otro poquito andando. - ¡Con estos zapatos no llegaré ni a la esquina! - No quiso ponerse unos suyos y parecía patizamba e iba dando traspiés a cada paso. - Si me caigo de estas alturas, me matooooo.

Tengo que reconocer que la vecina causó sensación entre los clientes de El Funeral. Muchos tardaron en reconocerla porque siempre iba de trapillo. - ¡Que bien te sienta el disfraz de Putón verbenero! - Conchi dio varias vueltas a su al rededor, admirándola. - ¿Todo esto es de mi amiga? Hay que ver qué cosas. A ella todo esto le sienta como un guante... En cambio a ti... solo te falta que te pongas en la esquina y verás como consigues clientes. - No le deis ideas, por favor. Ella necesita es un novio a quien querer mucho (los hombres se retiraron de inmediato, algunos con el andador en ristre. Otros se tocaron la cabeza diciendo ¡Lagarto, lagarto!) Es para poco tiempo (puntualizó al ver el poco interés que tenían) - ¿Poco con respecto a quién o a qué? - preguntó uno, curioso. - Sí. Hay que aclararlo porque a algunos nos quedan dos telediarios... o uno y medio si me apuras.

La Cotilla, después de unas copas de chinchón, que fueron vistas y no vistas, se explicó. - Tengo un problemilla con un cura... - ¿Eres su amante? -  ¿Te le has insinuado? - No, no. Nada de eso... Es que durante un tiempo le he limpiado... - ¡Los bajos! (gritó, pícara, una vieja de pelo azul que tenía la dentadura como la almena de un castillo: un diente si y otro no) - No. Los cepillos de la iglesia. Me ha denunciado y tengo que defenderme. El abogado de oficio me ha dicho que imite a la Infanta y diga que soy tonta porque estoy muy enamorada de mi novio y hago lo que me manda sin pensar porque confío mucho en él.

- ¡Vaya, con la Cotilla! Vienes aquí a buscar un chivo expiatorio. - Bueno, vosotros mismos habéis dicho que os quedan muy pocos telediarios. No iríais a la cárcel... - ¡Y tú te irías de rositas! - ¿Y no preferirías una novia en vez de un novio? (preguntó mimosa la de los dientes almenados) - ¡Eso!(gritó Conchi, entusiasmada) Rosita lleva tanto tiempo esperando a su princesa azul que, incluso contigo se conformaría jajajajaja

Al final nos echaron a las dos de la cafetería con cajas destempladas - ¡Con el juez Castro tendrías que dar, frescales! - Yo estaba avergonzada ¿Cómo me había dejado embaucar por la Cotilla? - La abuela me matará. Seguro que se enterará antes de que lleguemos a casa - Al abrir la puerta encontré un telegrama - "Calzoncillos repuestos - stop. - Comprados en tienda de chinos. Le pican. ¡Mejor! -stop - Seguimos viaje a Nueva York - stop. - Deseando comer bocadillos de jamón de york"

 

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