jueves, 2 de enero de 2014

- ¡¡¡Aaaaayyyy, ay, ay, ay, oy, oy, oy, aaaaaaayyyyyyyy que malita estoy y que poquito me quejoooooooooo!!! Toda la culpa la tiene la Cotilla que se empeñó en que cenásemos de lo que ella trajera ... ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!!! Tengo la cabeza perdida, el estómago revuelto y los nervios a flor de piel... De esto tiene la culpa la abuela. Estas dos van a acabar conmigo. Y para remate los Pinochos cuentan el mismo chiste de todos los años y ni siquiera me he podido reir... ¡Y el 2014 será el año de la recuperación de la crisis! ... ¡Que cansinos!¡Ay, ay, ay,ay,... Menos mal que no me gusta quejarme.

- ¿Ya te has levantado? Todo el día en la cama ¿Crees así se recibe al Año Nuevo? Mírame a mi que de buena mañana ya estaba limpiando los cepillos de varias iglesias, aunque no les he sacado mucho provecho. - Aún no sé como pudo convencerme para que comiera aquel paté y aquellas gambas... ¿no las encontraría en el contenedor del súper? - ¡Claro! Y estaban buenísimas pero como eres una tiquismiquis aprensiva, te cayeron mal - ¿Aprensiva? ¡Si aún tengo fiebre!... Hágame una sopita de ajo, por favor. - ¿Quién, yoooooooooooooooooo? Perdona pero aquí soy una invitada. Eres tú quién tiene que guisar.

Ha venido el cartero y he salido a abrir con Pepe en las manos. Solo encuentro consuelo con gente amiga... ¿Estaré añorando a la abuela? ¡Espero que no?... Ha llegado una carta de la Embajada española en Egipto... dice que los abuelitos están en la cárcel - ¿Qué hacen en la cárcel? - Mientras me hacía esta pregunta el cartero me arrebató a Pepe con brusquedad - ¿De dónde lo ha sacado? (dijo señalándolo) - De la cocina (respondí asombrada) ¿Por qué? - Me resulta conocido.- Todas las cabezas jivarizadas se parecen (empezaba a preocuparme) dije apropiándome de Pepe y cerrando la puerta a mi espalda.

La carta no me tranquilizó. Estaban detenidos por querer llevarse una piedra de la cima de la gran Pirámide, con lo que pesan ¿Para qué la querrían? Además, ella quiso montar en dromedario para que su marido le hiciera fotos pero fue incapaz de mantenerse erguida y elegante en lo alto de la chepa. De repente todo se ladeó y a punto estuvo de dar con sus huesos en el suelo. Entonces empezó a gritar, asustada, mientras hacía esfuerzos por enderezarse. Con el movimiento se abrió del todo el tapón del termo de los chinos y Pascualita, mareada, salió despedida, se agarró al cuello del dromedario y clavó los dientes. Este, al sentir el dolor lacerante, emprendió una veloz carrera al rededor de la pirámide y lanzando mordiscos al aire en un vano intento por arrancarse lo que lo martirizaba. Mientras tanto no dejaba títere con cabeza: Puestos de falsas antigüedades, de ropa, de agua, turistas en manada... todo fue arrollado por el dromedario. Cuando, por fin, pudieron pararlo, la abuela y Pascualita llevaban un mareo de campeonato. Cuando Andresito, jadeante y sudoroso, llegó hasta la abuela, ésta tiraba de una oreja del pobre camellero, tomándolo por Pascualita e intentaba arrancarla de allí. Cuando por fin pudo enfocar la vista, vio a la sirena. De un fuerte tirón se hizo con ella y la escondió en su bolsillo. El camellero estaba fuera de sí viendo sangrar a su animal y los vendedores pedían a gritos que les reparasen los daños y perjuicios causados.  Andresito, cual caballero andante, se les enfrentó defendiendo a su amada.

Primero estuvieron en el hospital, contaba el embajador y luego en la cárcel. - ¿Cuándo saldrán? - me pregunté, llorosa y como por arte de magia, la respuesta estaba escrita al final de la carta. - No tardarán en echarlos. Ni los presos los aguantan. - Cotilla, parece que dentro de poco seguirán su viaje - ¡Ya podría haber dejado comida congelada en tapers la jodía de tu abuela!

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