domingo, 1 de diciembre de 2013

La ensaimada se le ha atragantado a la abuela cuando su suegra ha llamado para decirle que la policía ha estado en su casa y ahora venían hacia aquí para hacer una redada. - "¡Pero si el sarcófago lo tienes tú!" - Pero quién sale en el vídeo de las cámaras de seguridad eres tú, querida. Por eso les he dicho que lo mejor que podían hacer era hablar contigo porque yo, una pobre anciana de ciento y pico de años, no estaba para berengenales... ¿He echo bien, verdad?

- "Es excitante que hagan una redada en casa como si fuera un tugurio de película en blanco y negro.. Debería vestirme de mujer fatal para estar en consonancia con la situación" - Abuelaaaa... -Pascualita, que desayunaba con nosotras reptó por la mesa para cobijarse junto a Pepe arrastrando tras de sí un buen trozo de ensaimada. - ¡Es mía! Me estás dejando sin nada. - La jodía hizo la señal de OK mientras me sonreía siniestramente.

En pocos minutos, una cabaretera subida a unos altisimos stilettos, con las piernas embutidas en medias negras con lentejuelas, minifalda tubo, jersey dos tallas menor; unas criollas enormes en las orejas; labios rojo pasión; ojos ribeteados de negro ala de cuervo; pestañas kilométricas y el pelo coloreado como el plumaje de un loro, de punta y adornado con una cinta adornada con una hermosa pluma de pavo real, se contoneo sensualmente camino de la puerta de entrada y se apostó junto a ella - ¿Abuela?... ¿eres tú?... - En lugar de contestarme, abrió la puerta de golpe y alargó la pierna. Los policías entraron en tropel debido a la inercia de la carrerilla que habían tomado para tirar la puerta abajo. Y debido a la zancadilla, se fueron amontonando todos sobre el primero que entró y que, en esos momentos, tenía clavados los dientes en el taquillón de la entrada.

Recompuesta su marcialidad, los policías se sorprendieron ante la visión que les guiñó el ojo hasta que las pestañas se enredaron unas con otras. - ¡¿Quién es usted?! (preguntó uno porque al primero no se le entendía) -  "La abuela de la dueña de esta casa, cariño" - ¿Y esa pinta? - Voy de protagonista de novela negra... ¿Esto se supone que es una redada, no?... ¿Y qué buscan?" - El sarcófago egipcio que USTED ROBÓ en el museo. - "Fue para hacer una obra de caridad pero ya no está aquí... No tendría que decírselo pero ya que ESTO es una redada jijijijijijiji... ¡Huy, perdón... está en ésta dirección" - Pero si venimos de allí - "Pues, hala. Carretera y manta" - El hombre iba a encararse con la abuela cuando oyó a su espalda - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Otra vez la casa llena de gente? Si vendierais droga no estaríais tan solicitadas... ¿Qué comeremos hoy? - "Un cocido que levantaría a un muerto" - El que había clavado los dientes en el mueble, masculló - Brobrasssssssss.... Brobrosssssssss... ¿fien ef efta? -

Me acerqué a ver qué pasaba y al ver tanta gente puse a Pascualita en mi escote. Pero sentía tanta curiosidad como yo y no hacía más que asomarse. Afortunadamente, el único que la vio fue El Sindientes y por más que habló y gesticuló, nadie le hizo caso porque no lo entendían. Mientras los guardias cumplían con su deber y registraban todo, palmo a palmo, a Pascualita le entraron ganas de divertirse y a pesar de mis esfuerzos, se exhibió delante del herido, mostrando incluso su cola de pez y haciendo alarde de ella. Acabé metiéndola en el bolsillo de mi bata mientras el hombre gritaba - ¡¡¡Funa Fifena, funa fifenaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! - Con mi más cándido tono de voz, recomendé - Si yo fuera ustedes, le llevaría a un hospital. Creo que delira.





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