martes, 5 de noviembre de 2013

No hemos podido comer tranquilas. Cuando íbamos por el primer plato han llamado, insistentemente, al timbre - "¿Quién será a estas horas?" - Alguien que tiene prisa. - "Pues ves a abrir" - No puedo, que se me enfría la sopa. Vaya usted, Cotilla" - ¿Yoooooo? No puedo, soy una invitada. - "Pues alguien tendrá que ir porque, a quién sea que esté al otro lado de la puerta, se le ha pegado el dedo al timbre" - ¿Por qué no vas tú? - "Porque he echo la comida" - Si no le hacemos caso, se cansará y se irá (dijo la Cotilla)

Cuando empezamos con el segundo plato ya empezaba a sernos molesta la escandalera. - "Que cuajo tiene el que toca" - A ver si va a ser algo urgente... - Por muy urgente que sea, no se molesta a la hora de comer... ¿Me pasas más tortilla?... Y ensalada... ¡Que pesado! - ¡O pesada! - "Las mujeres no somos tan metepatas (dijo la abuela)  ¿Os parece que nos juguemos a los chinos quien va a abrir?"

Después de los timbrazos vinieron los golpes y las patadas a la puerta. Y los gritos. - ¡¡¡Abrid. Abrid!!! - Esta vez pudo más la curiosidad que el hambre que, al fin y al cabo ya estaba saciada porque nos habíamos comido hasta el postre. - "¿Qué pasará ahí fuera?" - Parece que hay mucha gente en el rellano - ¡Esa voz la conozco! - Es de la chafardera del 5º

De repente, se abrió la cristalera del balcón y la casa se nos llenó de bomberos, a cual más sugerente - "¡Gracias, Dios mío, por hacer realidad mi sueño erótico!" - gritó la abuela poniéndose de rodillas con los brazos en alto. - ¿Están bien, señoras? - No tanto como tú, pimpollo. - ¿Por qué no habrían? - "Porque estábamos comiendo" - Ante semejante razonamiento uno de los hombres puso los ojos en blanco mientras otro abría la puerta de la calle. Empujándose por entrar, Andresito y el Municipal se atascaron en la entrada. - ¿Os ha pasado algo? (pregunto, impaciente mi futuro abuelito) - ¡Ya he vuelto a picar! (se quejó el Municipal)

Una vez aclarado que no se debe llamar a una casa cuando se va a comer sopa porque se enfría, nos dejaron  solas con Andresito que estaba al borde del infarto. - He venido a aclarar las cosas. Mi madre no es una cabra loca. - Le mirábamos con los ojos como platos. - Quiero decir que no me tuvo con doce años... - En la pila bautismal, Pascualita, asustada por todo el jaleo que se había formado en casa, daba saltos mortales dejando el suelo perdido. - Tenía 18 años cuando yo nací... Lo que pasa es que se quita años jejejejeje... Ya sabéis como son las mujeres... perdón, sois... - "¿Para eso has montado todo este jaleo?" - Tenía que aclarártelo... - ¡Tu madre es más vieja que Matusalem! (gritó la Cotilla) - Hay que decirlos a los del libro Guinnes ¡Y nos darán una pasta! - Creo que no dan nada (dije yo) - Calla, sosa. Quién dice DAN, dice COGER.

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