lunes, 25 de noviembre de 2013

La abuela se ha comprado un orinal en la tienda de los chinos del señor Li porque dice que mientras se paseen sombras extrañas por las paredes de casa, no piensa salir de su cuarto durante la noche.

En el desayuno no me ha costado nada convencerla de que debemos deshacernos del  sarcófago. No me ha costado porque ella ya estaba decidida. Una cosa son los fantasmas y ánimas en pena inventados y otras los reales. Pascualita ha saltado a la mesa, ha reptado hasta Pepe y se ha agarrado a él como si fuera una tabla de salvación. - Yo diría que la sirena tiene miedo. - "¡Que va! Se habrá levantado cariñosa esta mañana... Tal vez esté en celo" - ¿Otra vez? - "Mira como se agarra. Lástima que Pepe ya ni sufre ni padece porque se podrían dar un buen lote estos dos" - ¡¡¡Abuelaaaaaa!!!

El caso es que Pascualita no quiso comer nada de lo que le ofrecimos: ni magdalena migada en café con leche, ni pan tostado con aceite mojado en cola cao. Nada. Seguía junto a Pepe mirándonos con expresión de desamparo. - A ésta le pasa algo y no es sexual. - "Fíjate, la pared que está junto a la pila bautismal, está rascada... Parecen las huellas de sus dientes" - ¿Habrá querido morder a las sombras?... Luego iré yo también a la tienda del señor Li a comprarme un orinal porque no quiero saber nada del akelarre que se montan aquí los fantasmas durante la noche. - Mientras se me ponía el vello de punta, la abuela se levantó de un salto y telefoneó a la Momia. La oí gritar: "¡Ven a buscarlo o lo quemo!"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! A partir de hoy voy a mentir como una bellaca. - ¿Más aún? -Mucho más. Y con desparpajo. Nuestro Pinocho particular lo hizo y no se hundió la isla.- "Mejor dedícate a otra cosa. Aún eres muy inocente para estas cosas"

La Momia se presentó con el chófer. Antes de llevarse el sarcófago quería verlo con detenimiento y sobre todo quería saber si cabría en él. Cuando lo vio quedó boquiabierta. - ¡Es precioso! ¡Qué dibujos! ¡Qué trabajo más fino! ¡Mirad, es de mi talla! ¡Me lo llevaría puesto! ¿Quienes son estos personajes? - "Los dioses que velarán por ti" - soltó muy convencida la abuela. Pero perdió la compostura cuando le susurré - Velaban por el verdadero dueño. - "¡Venga, llévatelo que tengo que hacer la comida y no puedo estar aquí de cháchara toda la mañana!" - Cuando el chófer, que tenía que transportarlo, se dio cuenta de lo que era, se negó en redondo - ¡Yo no cojo un ataúd, que trae mal fario!

Después de mucho tira y afloja, el hombre acabó cediendo cuando la Momia le amenazó con mandarlo a la cola del paro. Con la cara desencajada y llevandolo lo más lejos posible de su cuerpo, emprendió el camino hacia la escalera. De repente mi futura bisabuelita se paró en seco: ¿Y las vendas? ¿dónde están? Porque si no me vendan no haré juego con el sarcófago y a mi siempre me ha gustado ir conjuntada. - La abuela, que se estaba poniendo histérica, le replicó que de vendas no sabía nada porque había venido vacío. - ¡De eso nada! (saltó la vecina) Acuérdate de que ahí dentro se movió el alma del egipcio que lo estrenó - El chófer dio un respingo y empezó a sudar. - "No le haga caso a mi amiga que es muy guasona. ¡¡¡Lléveselo de una puñetera vez!!! ¡Y tú, Cotilla, ven a tomarte un chinchón conmigo!" (le dijo mientras la agarraba con fuerza del brazo) - Yo también quiero (protestó la Momia) - ¡Otro día! - le dije y la empujé sin contemplaciones hacia la salida.

La abuela, que había fruncido el ceño ante mi brusquedad, miró donde señalaba mi dedo: una sombra en la pared, había quedado atrapada por la puerta cuando yo la cerré de golpe. Por lo visto corría tras los que se iban... pero yo di el portazo antes de que pudiera salir al rellano de la escalera - "¡¡¡Ábrele!!!" - Pero cuando lo hice, en lugar de seguirlos, pareció aturdida ¡y volvió a entrar! Ahora hemos trasladado la tele y el chinchón a la cocina y no sabemos cómo salir de allí mientras la sombra esté en casa.


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