domingo, 3 de noviembre de 2013

Estoy un poco empachada de rosarios. Andresito le regaló varios a la abuela y mientras ella se comía las frutas escarchadas, yo me ponía tibia de panellets y bombones. Después llegó la Cotilla, a tiempo para comerse las patenas. Cuando acabamos, sacó otros rosarios que llevaba en el bolso. Eran de los modernos pero no les hicimos ascos. Nos hinchamos de nubes y demás chucherías. Todo regado con sus copitas de chinchón, por supuesto.

Esto lo comimos justo después del desayuno, que los domingos incluye ensaimadas.  Así que, a las once de la mañana, nuestros estómagos estaban a punto de reventar. Y el de Pascualita también. No se quedó sin probar los dulces de éstas fiestas. Aunque se las dimos de extrajis porque sigue con su régimen. O sea, cada vez más gorda.

La Cotilla, que no perdona una, preguntó por el menú del día. - "Creo que con lo que hemos comido, estamos listas hasta mañana" - ¡¿Qué dices?! Si han sido cuatro chuches que he encontrado en el contenedor ... digo, que compré ayer tarde. - ¿En el contenedor del súper? ¡¿Desde cuándo estaban allí!? (la voz me salió algo chillona porque me estaba poniendo histérica) ¡Un día nos va a matar a todas, pajarraca! ¡Ay, abuela, yo notaba un gusto raro! - "¡No digas tonterías! He visto como te chupabas los dedos" - Porque se pegaban. - "Todos los dulces se pegan" - ¿Y si los han chupado las ratas? - "¡Ay, calla, calla!" - ¿Qué ratas? En este barrio ya no quedan. Hay quien las hace estofadas porque no les llega la pensión para comprar carne. - ¡¡¡Cotilla!!!

Al final, la abuela ha echo paella - No le pongas conejo, por favor (le rogué) - ¡Que cruz tienes con esta nieta! (se quejó la Cotilla a quien le conejo le pirra) - Para no romper la tradición, esta vez tampoco me hizo caso la abuela y mientras comía, un sudor frío me iba y otro me venía, imaginando que estaba comiéndome una de las ratas de cloaca que me tocan, como ciudadana que soy. Para combatir tan desagradable sensación, cambié el agua por el chinchón y la cosa mejoró.

Mientras tomábamos el café, a la abuela le vino algo a la memoria - "El otro día, los diputados de las Cortes nos dieron una lección práctica del fervor y entrega con que hacen su trabajo" - Abuela, no bebas más. - "Que lo vi en la tele. Sus "señorías" tenían que votar no se qué cosa que estaba diciendo el Presidente de la Cámara con un soniquete que dormía a las ovejas. Y se pusieron a votas todos a la vez. Sin titubear. Después, todos a una, se levantaron y salieron de estampida. ¿Habrá fuego? pensé. Mientras, el Presidente seguía, con la alegría que le caracteriza, enumerando los votos y cuando dijo : Finaliza la sesión, porque es costumbre decirlo, ya no había una rata" - ¡Abuela! - Corrían los diputad@s por los pasillos como si les hubiesen puesto un cohete en el culo. En sus escaños se dejaron la vergüenza jejejejeje ¿A ver cómo explican ahora esta espantá?" - ¿No sería que iban a cobrar? - "Ahora que lo dices... vete tú a saber... ¿Brindamos por su buena forma física?" - Vale... Pónme poco que luego me duermo. - A mi lo que me toque y lo que sobre de ésta. - "Sí, Cotilla"


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