sábado, 23 de noviembre de 2013

En alguna montaña parece que han espolvoreado un poco de harina, como en aquellas otras, echas de papel arrugado que hacían los padres para los belenes en la posguerra. Y eso se nota en la calle porque hace un frío que pela. Por eso quiero tomar un caldo caliente a la hora de comer y echarle barquitos de pan ¡que ricos!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué pasa que no huelo a caldo? Debo tener la nariz tapada ¿A qué has hecho cocido, con sus garbancitos, su pringada, su punta de jamón... ? - "Para, para. No hay nada de eso sino una sabrosa ensaladilla rusa que, ahora mismo, está en la nevera esperando el momento de salir a la mesa para que demos buena cuenta de ella" - No bromees con las cosas de comer. En una ensaladilla es en lo último que hubiera pensado jajajajajajaja - "Me alegro de haberte dado una sorpresa" - La sorpresa me la darías si fuera verdad. - "Pues claro que es verdad. Me he tirado una hora haciéndola" - La Cotilla me miró - ¿Hay una ensaladilla en la nevera? - Sí. Y helado en el congelador.

La abuela está de los nervios. Se acerca la fecha de la boda y nosotras pagamos las consecuencias. - Abuela, así no voy a calentarme la barriga. - "¿No has oído hablar de los contrastes? Esto y el helado harán de revulsivo contra el frío y parecerás un brasero" - ¿A ti quién te ha contado este cuento chino? ¡Yo quiero sopa! (protestó la Cotilla) - "¡Pues vete a comer a casa del maestro armero, a ver qué te dan!"

Nos comimos la ensaladilla ¿qué remedio, no había otra cosa? Menos mal que el café estaba caliente. - Abuela, te estás portando como una novia primeriza. Tranquilízate que todo saldrá bien. - "No sé... no sé... No lo tengo yo tan claro... " - ¿Te has discutido con Andresito? - "No, pero he hecho caso a su madre y... no sé, no sé... (luego miró a la Cotilla y dijo) ¿Crees que el juez me dejará salir de la cárcel para que pueda casarme en la Catedral?" - Me asusté porque aquello no pintaba nada bien.

Después de tomarse tres o cuatro copas de chinchón, le pedí que se explicara. - "Es una tontería, pero para dos telediarios que le quedan a mi suegra y viendo la ilusión que le hacía, no pude negarme a su petición" - ¿Qué te pidió? - "Un sarcófago egipcio para que la metan ahí cuando se muera. Dijo que quería ser la más original del cementerio" - Ah, no te preocupes. En Egipto no te dejarán sacarlo del País. - Vaya caprichos que tiene la señora (dijo, asombrada, la Cotilla)  - "He cogido uno de la exposición del Gran Hotel" - ¡¡¡Abuela!!!

Lo guarda bajo su cama. Es precioso y muy delicado porque tiene unos 3.000 años. - ¡Hay que devolverlo! - "No puedo. Me amenazó con vender la Torre del Paseo Marítimo y yo la quiero para mí" - ¡Y para mí cuando te mueras! - La Cotilla no le quitaba ojo - ¿Cuánto me darían por esto? Quedaría muy bonito como consola en algún recibidor de esas casas tan grandes que tienen algunos. - ¿De consola? - Sí, esas mesas donde se dejan las llaves. Y dentro se puede meter la ropa de temporada. - ¡Ay, Cotilla! - ¡Me la llevo! - En un arranque de los suyos, levantó el sarcófago policromado y lo soltó de golpe. Menos mal que lo pude coger a tiempo. - ¡Aquí dentro hay algo! ¡¡¡Una rata!!! - ¡No, es la maldición de un dios antiguo! (grité)  - ¡La madre que lo parió! ¿Pero qué pasa en ésta casa? - Que hay de todo como en botica. - La abuela me guiñó un ojo. Como había supuesto, allí dentro estaba Pascualita ¿por qué? Ah, cosas de la abuela que espero averiguar.


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