lunes, 4 de noviembre de 2013

Cuando he llegado a casa estaba la mesa puesta con la vajilla nueva y las copas que juntó la abuela con los puntos de los polvos de lavar. - "Tenemos invitados. Vienen Andresito y su madre" - ¿No querrán echarse atrás con la boda? Es que me gusta mucho la Torre del Paseo Marítimo. - "¡No, boba! Además, me la deja en herencia" - Para mí eso no es ninguna garantía. - "Pues debería serlo porque, para cosas como esta, nunca quiero ser la primera en irme" - Un escalofrío recorrió mi espalda. - No sé lo que quieres decir, abuela. - Me miró sonriente. - "Eres tonta... pero no tanto" -Pobre Andresito, pensé, aunque en seguida me repuse pensando que, algún día despertaría viendo la bahía de Palma desde la cama y eso bien vale el sacrificio... de otro.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¿Hay banquete? Eso se avisa, mujer y no hubiese desayunado. - Es una comida F-A-M-I-L-I-A-R (dije recalcando las letras) - ¡Qué bien! Seremos cinco por lo que veo. - Así es, porque también viene el Médico. - Pues vaya fallo, guapa, porque no le habéis puesto cubierto.

El Médico no vino. Estaba de manifestación contra los recortes de Sanidad y la Cotilla ocupó su lugar. Hay que ver lo bien que come la Momia: ocho canelones rebosantes de bechamel que rebañó con pan hasta dejar el plato brillante - (¡Vaya saque que tiene tu futura bisabuelita!) musitó en mi oído la Cotilla - (Usted no se queda corta. ¡Ya lleva doce!) - (Así ya habré cenado)

Mientras La Momia comía a dos carrillos, Andresito se pasó la comida pidiendo prudencia a su madre pero ésta había desconectado el sonotone, sabiendo lo pesado que podía llegar a ser su hijo y disfrutó de lo lindo.  Luego, con una copa de cava en la mano, propuso un brindis: - Por el hallazgo,tal día como hoy, de la tumba de Tutankamón. Un momento maravilloso, irrepetible y lleno incertidumbre porque no se sabía si la tumba había sido violada por los ladrones. Howar Carter, como era muy responsable y un sieso, si lo sabré yo, no quiso abrirla hasta que llegó san Paganini, o sea, Lord Carnarvon. - "¿Conociste a Carter?" - Estaba liada con él. Y también era la amante del Lord. Yo no era tonta y allí había aventura y dinero. - ¡¡¡Mamá, por favor!!! - Como no me salían las cuentas, levanté la voz para que la Momia me oyera. - ¡Pero si hace 91 años de eso!... ¿cuántos tiene usted?

Se montó una discusión sobre mi mala educación - "Ay, que disgusto me acaba de dar" gritó la abuela de manera poco convincente. - ¡La cruz que tiene esta mujer con su nieta! (apostilló la Cotilla) - Yo era muy joven entonces... Bellísima a mis 16 años... - ¡Esta tía es de la quinta del faraón ese! - ¡¡¡Cotilla!!! (gritamos todos) - Entonces oímos un chapoteo que venía de la cocina. Andresito nos miró extrañado. La Cotilla palideció. La abuela y yo nos hicimos las locas y la Momia, poniendo los ojos en blanco, suspiró - ¡Ay, querido Tut!

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