martes, 15 de octubre de 2013

- "¡Vaya, no había pensado en eso!... ahora no sé qué tengo que hacer..." - ¿Qué pasa, abuela? - "Tengo un problema... Es que son tantas las cosas en las que tengo que pensar para organizar la boda, que ésta se me había pasado por completo" - ¿Es algo importante? - La abuela, pasando de mí, se acercó a la pila bautismal donde Pascualita estaba asomada. - "¿Tú qué harías?" - Aquello me desconcertó... ¿A quién le hablaba?

- ¿No me preparas el cola cao y la tostada? - Me preocupaba que la abuela, sabiendo que tenía que irme al trabajo, no me hiciera el desayuno. Seguro que su problema podía esperar unos minutos... - ¡Abuelaaaa! Tengo que iiiiiiirmeeeeeeeeee. - Al final tuve que hacérmelo yo. Quemé la tostada y se me olvidó echar azúcar a la leche.

Al llegar a casa, a mediodía, encontré a la abuela y la Cotilla en plena cháchara. - ¡Menudo problemón! Es que eso es tuyo y sería una lástima perderlo por la tontería de casarte. - "¿Qué hago?" - Lo mejor sería que te juntaras y así no habría papeles oficiales... - "¿Y al morir Andresito quién se quedaría con la Torre del Paseo Marítimo? - Su hijo, el Médico... y tu nieta, si sabe jugar las cartas. Tienes que apretarle las clavijas porque, tal como están gestionando los Pinochos el tema de las pensiones, no podemos perder ni un euro... ¡Mírala. Aquí está!

¡Por fin me he enterado de lo que preocupa a la abuela. Por lo visto, si se casa, perderá la viudedad de su primer marido y no quiere ni oír hablar de eso - ¡Pero si son cuatro perras! ¿Qué más te da? En cuanto te cases serás rica. - "Pero no tendré esa paga" - ¿Y qué? - "¿Quién se la quedará? ¿El Gobierno? ¡Esos euros son míos, que me costó mucho quedarme viuda!" - Para ser justas, yo tendría que tener una parte de esa paga...  también cooperé (dijo la Cotilla). - "Pero yo era quién lo aguantaba" - ¿Y si me hago pasar por ti? Cobraría yo, que buena falta me hace porque cada vez es más delgada la pensión ¡Malditos Pinochos!

Durante la comida no hablaron de otra cosa. Harta de oírlas, dije - ¡Habla con Andresito! A ver qué dice él - Fue una idea estupenda. ¡No sé cómo se me pudo ocurrir sin haber tomado chinchón. La abuela, que empezó llorosa la conversación telefónica, acabó dando saltos de alegría y gritando ¡¡¡te quieroooooooooo!!! como una loca. - ¿La podré cobrar yo? (dijo, esperanzada, la vecina) - "¡La cobraré yo! Andresito me la dará todos los meses, además (¡esa idea se la he dado yo! dijo) pondrá una clausula en el testamento para que me la sigan dando cuando él muera" -

Me mosquea que esté tan segura de que Andresito será el primero en irse al otro barrio.

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