lunes, 14 de octubre de 2013

Pascualita está comatosa. Debe tener una subida de azúcar (si es que los peces pueden tenerla) Su color de ahogado está más acentuado aún. Se ha pasado toda la mañana tumbada sobre las algas y como me daba mala espina, la he tocado con la punta de una cuchara varias veces y se ha movido... - "¡Déjala en paz! Si está así es por tu culpa" - La abuela está muy enfadada conmigo porque cree que fui yo quién la atiborró de cosas dulces ayer. - Lo hizo ella solita. Ya no sé cómo decírtelo para que me creas. - "Por una razón muy sencilla. ¿Has visto el tamaño de su cabeza?... ¿Te has fijado en la tuya? Es mucho más grande ¿verdad?" - ¡Claro! ella es como una sardina. - "Pues el seso que hay en la tuya es mucho más pequeño que el suyo" - ¿Qué quieres decir?... (estuve un rato pensando mientras la abuela, con los brazos cruzados, no me quitaba ojo) ¿Qué es más lista que yo? (dije al fin) - "¡No! ¡¡¡Que tú eres más tonta que ella, boba de Coria!!!"

A media mañana, ha sacado a la sirena del agua y le ha dado un masaje sobre la mesa de la cocina, moviéndole brazos, cola y cabeza para desentumecerla, ha dicho. Luego le ha puesto un arnés que ha fabricado ella con cinta de seda y la ha llevado a la bañera. Allí había vaciado todas las garrafas de agua de mar que había en casa - ¡Ahora tendré que volver a por más! como si no tuviera nada más que hacer - "¿Dime qué?" - Pues... estooooooo... Ay, así, tan de repente, no se me ocurre nada pero..

Una vez en el agua, la abuela ha obligado a Pascualita a nadar pero no ha sido fácil. No quería y soltaba dentelladas a diestro y siniestro, queriendo alcanzar el arnés pero no ha podido porque lo lleva en la espalda ¡Que jodía la abuela!  - "¡Trae uno de los pescados que he traído para la sopa!" - Ha sido mano de santo. Pascualita, que llevaba toda la mañana sin probar bocado, se ha lanzado como una fiera a por el pez pero no ha podido alcanzarlo. Cuando se ha hecho veinte bañeras, estaba reventada. - ¡Avemariapurísimaaaaaa! ¿Dónde estáis? - La Cotilla se asomó al cuarto de baño. - ¿Qué os pasa? - "¡No te acerques! Mi nieta tiene piojos hasta en las cejas" - La Cotilla cerró la puerta de golpe.

A la hora de comer se puso lejos de mí. Entonces tuve ganas de divertirme y me rasqué la cabeza - ¡Aún tiene! Ay, que repelús me da. - Al acabar el primer plato me levanté para llevarlo a la cocina (cosa que nunca hago) y al pasar a su lado me rasqué más fuerte. La abuela comentó - "¡Cuidado, boba, que se ha caído un piojo sobre la Cotilla!" - ¡Mete mi comida en un taper y me la comeré en casa! ¡Ay, como me pica todooooooooo! ¡Solo le falta a tu nieta ser una piojosa! - ¡Vaya! eso fue un golpe bajo que no me hizo ninguna gracia, así que me acerqué a ella, que ya estaba a punto de salir y sacudí mi melena con fuerza a su lado. - Hale, llévese, aparte de la comida, unos cuantos bichitos... ¡Ahora la piojosa es usted.!

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