miércoles, 14 de agosto de 2013

- ¡Avemariapurísmaaaaaaaaaaaaa! ¿Ya está listo el desayuno? - La voz de la Cotilla atravesó capas y capas de sueño profundo como si fuese el sonido de las trompetas de Jericó. Intenté hacerme la remolona pero sabía que no era un pesadilla... o más bien sí, pero muy real.

Me costó horrores separar los párpados. Estaban pegados con las horas que aún me faltaban por dormir y que ya no dormiría. ¿Qué hacía en MI casa a éstas horas?... ¡¡¡las 5 de la madrugada!!! Me di la vuelta, tapándome la cabeza con la almohada. Mientras lo hacía escuché la llave de la puerta del cuarto de la abuela ¡se había encerrado dejándome sola ante el peligro!

Me levanté echa un basilisco - ¡¡¡Fuera de aquí ahora mismoooooooooo!!! - Inmediatamente se oyó a los vecinos - ¡Callarse, coñe, que no dejáis dormir! ¡Chiiiiiiiiiiiiiiiiits! ¡Que poca vergüenza! ¡Nosotros trabajamos. Silencio ya, leches! - ¿Qué pasa? ¿solo se me oye a mí? - Agarré a la Cotilla por un brazo y la saqué, sin contemplaciones, al rellano de la escalera, cerré la puerta y atranqué una silla contra ella. ¡Por fin!

De vuelta a mi cuarto oí los vanos intentos de  la vecina por abrir la puerta ¡Bien! pensé. Pero la vieja tiene muchos recursos. Colocó un dedo en el timbre, apretó y no lo quitó hasta que, histérica, le abrí y me llevé parte del enfado de la escalera. - Mira que te gusta montar números. Con lo fácil que es hacer las cosas bien a la primera (me dijo, tan pancha) - Y se metió en la cocina. Volvió a salir - ¿Aún no está el desayuno? - Cogí un cuchillo jamonero y se lo planté ante los ojos - Cállese- La voz me salió ronca, amenazadora, fría como el acero. Vamos, que si no llego a saber que es mía, me asusto. Pero la Cotilla es una vieja tortuga con un caparazón gordísimo y no se inmutó. - He quedado con tu abuela para ir a nadar... Y guarda el cuchillo que, con lo torpe que eres, aún te cortarás.

A las 8 apareció la abuela poniendo cara de sorpresa al ver a su amiga. - "¿Ya estás aquí? ¿por qué no me has llamado, mujer?Me hubiese levantado antes..." - Porque ésta (me señaló) no me ha... ¡hip! dejado. Que cruzzzzzz ¡hip!... tienes con ellaaaaaaaaa. - La abuela nos miró con ojo crítico - "¿Me he perdido algo?" - Pues sí jajajajaja... Te has quedado sinnnnnnnnn chinchón ¡hala, por dormilonaaaaaa! No teníamos nada mejor ... ¡hip!... que hacer - ¡Eso! ¿A qué horaaaaaa habíamos quedado, eh? - "A las 10" - ¡Justo! Solo que yo pensé que hablabas de la hora canaria... ¡hip!... o sea ¡las 5! - "En ese caso serían las 9" - ¿Y tú qué sabes? Canarias estaaaaaaaaa muy ¡hip!... lejos...  Por cierto... mira lo que he encontrado ¡el bicho asqueroso que llevasssss... ¡hip! prendido en tu brocheeeeee! ¡Que feo es el jodío! Estaba en el azucarerooooo. ¡Toma!

Y tiró a Pascualita pero, a pesar de ver dos sirenas a la vez, la atrapé yo. Luego volteé mi brazo y la tiré a la pila bautismal, donde cayó dando volteretas - ¡Hale hop! - El enfado de la sirena era descomunal aunque yo no estaba en condiciones de darme cuenta, por eso no  me puse las gafas de sol cuando salió a toda velocidad y escupió su agua envenenada. En ese mismo instante, la Cotilla y yo nos dimos un cabezazo al agacharnos a la vez a recoger del suelo al pobre Pepe - ¡Jajajajaja hay que ver lo que se mueve el jodío muerto! - Y oímos el alarido - "¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyy!!!" -¿Tú abuelito? preguntó, aun agachada, y temerosa, la Cotilla - Sí. Y una vez más, ha echo justicia jajajajaja... ¡hip!


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