jueves, 13 de junio de 2013

Que sopoooooooooooooorrrrrrrrrrrr... como apetece la siesta mientras una ráfaga de aire fresco llega a través de la ventana y trae consigo el aroma de las flores que la adornan... ¡Uf! que ramalazo de romanticismo me acaba de dar... ¿a qué se deberá?... ¿No estaré echando de menos al Médico? no, no, no...¡¡¡NO!!! ... ¿no?

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué comemos hoy? ... ¿No está tu abuela? - Ha ido a cuidar a Andresito. Creo que tiene gripe. - ¿Ha dejado comida echa? - Que más quisiera yo... tendré que descongelar unas lentejas del mes pasado... - ¡Hale, pues que te aprovechen! - La Cotilla se ha ido, supongo que iba a la cola de los Capuchinos para que le den de comer como a otros muchos.

- "Me ha parecido oír a la Cotilla ¿no está?" - Tenía prisa ...  así comeremos tranquilas las dos solas. - "¡Vaya aburrimiento!" - ¡Abuela!... Tienes que contarme más cosas del viaje y es mejor que la vecina no esté por si tienes que hablar algo de Pascualita...

Como si me hubiese oído, la cabeza de la sirena emergió en la pila bautismal, dio un gran salto y cayó sobre el hombro de la abuela - "¡Pero que lista es mi pequeñaja! ¡¡¡Guapa, más que guapa!!!" - ¿Cuándo tienes la visita al oculista? - "Tienes el don de la inoportunidad. ¡Eres igualita a tu abuelo!... ¿Por qué crees que dejó tan pronto éste mundo?

 Cambié de tema porque éste empezaba a ser peligroso. - ¿Qué tal por Bilbao? - "Lo primero que hice fue despejar la duda que siempre me ha corroído. ¿Se dice Bilbao o Bilbado?"... - Abuela... - "De abuela nada. Pregunté a gente que es de allí y me confirmaron que se dice Bilbao, incluso los pijos lo dicen... bueno, menos Ana Botella que, por lo visto, rompe todos los esquemas... Y una vez aclarado esto ¡nos fuimos de pinchos! ¡Y chacolí! ¡¡¡Madre mía, cómo nos pusimos!!! Al final no cabía en el tranvía. Tuve que quitarme la faja y hubo desparrame general de lorzas. Con lo apretaditas que las llevaba pero es que me salían los pinchos por las orejas... Y al final, para rematar la faena, me tomé media botella de chinchón y fue como si estuviera en casa.

En el tranvía me dormí como un ceporro. Andresito me despertó porque le habían llamado la atención a causa de mis ronquidos (eso no se lo perdonaré nunca porque, una señora como yo, NO ronca) Le dijeron que en el transporte urbano de Bilbao no aceptaban fieras.¡ Eso me dijo mi novio! Y siguió metiendo el dedo en la llaga: dicen que no roncas, sino que ruges como el león de la Metro Goldin Mayer... -¿Yooooooo?... ¡No veas la que lié! Fui a encararme con el conductor pero tropecé y solo tuve opción de agarrarme a su cuello. El tranvía iba por libre pero yo no quería caerme y apretaba con fuerza mientras al hombre se le ponía la cara de diversos colores: del rojo al morado intenso. Un montón de manos ajenas consiguieron que lo soltara y el pobre hizo lo que pudo para no descarrilar. Entonces vi un edificio extraño. Como un amontonamiento de cubos, brillante , que me atrajo. ¡¡¡Pare, pare!!! grité y el chófer no se hizo de rogar. Pero no fuimos a ver el edificio porque Andresito estaba con la taquicardia a causa del disgusto ¿Que disgusto? le pregunté  ¡si a la que han llamado FIERA es a mí, bobo de Coria!


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