domingo, 2 de junio de 2013

No quiero pensar lo que será mañana, que es cuando la abuela y Andresito se van de viaje a Vizcaya, porque hoy ya no hay quien la aguante. Sigue con el quita y pon de las maletas. No sabe a qué carta quedarse y se ha pasado todo el día pendiente del puntero con el que marca el tiempo el fraile Paco. Que dice BUENO, saca todo lo de invierno que ya tenía guardado. Que a la media hora cambia a REVUELTO, saca todo lo de verano y vuelve a meter los jerseys de lana.

- ¿Qué? ¿No comemos hoy? - "¡No me atosigues que aún es pronto!" - ¿Las dos y media es pronto? Pero si solo has entrado a la cocina a desayunar. - "Haz tú hoy la comida que estoy muy atareada" - ¡Avemariapurísimaaaaaaa! ¿Por qué no huele a paella?... En la escalera huele. - Vendrá de otra casa. De aquí no es. - Tendré que ir al médico porque no huelo nada - Ahórrese la visita. No huele porque no hay comida. - Que poca gracia tiene tu nieta... ¿o no es una broma? ¡Pero porque no has hecho nada! - "¿Qué no he echo nada? Estoy reventada de hacer maletas. Preparad vosotras lo que queráis" - Oye, que vengo a que me invites, no hacer de cocinera. Para eso me voy al comedor social ¡no te fastidia! - Creo que me iré con usted, sin que sirva de precedente. - "Vale. Ya me haré un pan con aceite"

Después de hacer una hora de cola, hemos comido macarrones y estaban buenos. Antes de irnos he dudado en si debía llevarle un poco a la abuela pero he decidido que no, no vaya a ser cosa que se acostumbre y nos quedemos sin sus guisos.

Pascualita no quiere separarse de ella. En cuando la abuela pasa por su lado, se impulsa con la cola y salta sobre ella, sin morderla. Se agarra al pelo, a la ropa, a donde puede. Pero como más le gusta es cuando la pone de prendedor y se la coloca en la solapa. Cuando he llegado a casa, afortunadamente, he entrado antes que la Cotilla porque la abuela la tenía en la mano y le contaba cosas del viaje que va a hacer. Pascualita, como siempre, la escuchaba atentamente. Era una estampa enternecedora pero me da rabia que la sirena no me trate igual a mí, que le ha sacado de muchos apuros. Por eso he tirado con rabia las llaves al suelo, se han sobresaltado y Pascualita ha saltado por los aires. La he cogido al vuelo mientras la abuela me ponía a parir y la Cotilla entraba en la salita - ¿Dónde está ese chinchón? - decía mientras tomaba asiento porque dice que está más bueno si se lo sirven.

He tirado a Pascualita en la pila bautismal, contenta de haberla fastidiado. Antes de salir del comedor me he girado para ver si había salido a flote y en ese instante un chorrito de agua envenenada me ha caído en el ojo. ¡Nunca recuerdo lo rápida que es! ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyyyy!!! - ¿Qué pasa? - ha dicho, temerosa, la Cotilla. - "Nada. El Abuelito que debe estar arreglando cuentas con mi nieta jejejejejej"

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