martes, 18 de junio de 2013

No he podido comer. Tengo la boca abierta de par en par desde el mediodía y no consigo cerrarla. Como siga así tendré que ir a urgencias a que me la cierren. He tragado tantas moscas que a penas tengo hambre...

Esta mañana la abuela me ha anunciado que tendríamos invitados. Me gusta que venga gente a comer  porque así contrarrestamos a la Cotilla y además, la abuela suele esmerarse en los menús. Nada más desayunar, ha entrado en una espiral de excitación. Ha barrido, quitado el polvo y fregado la casa ¡dos veces! Ha puesto un mantel en la mesa del comedor. Lo ha quitado. Ha puesto otro. Ha repetido la operación unas cuantas veces más. Finalmente se ha decidido por uno que guarda, en el canterano, como oro en paño. Ha sacado una vajilla, luego otra ¡menos mal que solo tenemos dos! Y así con todo: vasos, cubiertos... Todo ha sido cambiado y vuelto cambiar.

La he oído hablar con Pascualita mientras tomaban el café con leche - "Siento que el café no esté muy cargado pero, lo último que necesito hoy es ponerme de los nervios. ¿Has pasado alguna vez por algo así? Es una papeleta, te lo digo yo... Y encima, con éste calor, quiere comida contundente, no le van las medias tintas" - (Ahí intervine) - ¿Qué vas a hacer de comer? - "Fabada". - ¿No quieres decírmelo? Mejor, será una sorpresa.

Al llegar a casa todo relucía y de la cocina llegaba un olor que me recordaba a... ¿fabada? En ese momento entró la Cotilla - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¡Uf! ¿No hueles a fabada? ¿A quién se le ocurre con el calor que hace? - La abuela, al oírnos, salió de la cocina como una exhalación - "¡Arreglaos. De prisa, que los invitados están a punto de llegar!" - La vecina y yo nos miramos extrañadas  ¿Arreglarnos? pero si vamos como siempre - Abuela... - "¿Quéééééééé?" - ¿Qué comeremos? - "¡Fabada!"

Antes de que sonara el timbre de la puerta nos ha pasado revista a las dos ¡no ha consentido ni un pelo fuera de su sitio! Finalmente, los invitados han echo acto de presencia en el comedor, en cuya mesa la abuela había colocado un montón de bandejitas con entrantes, a cual más delicioso - ¡Pero si son Andresito y el Médico!  - a exclamado la Cotilla para, acto seguido, meter la pata hasta el fondo - ¡¡¡y una momia!!!

El silencio podía cortarse con un cuchillo. La abuela estaba pálida como la cera. Finalmente "la momia" habló con voz cascada: ¿Qué has echo para comer? - "Fabada" - Estupendo. Retira todas éstas tonterías y vamos a lo que importa ¡Tengo hambre! - Mamá (ha dicho Andresito) mi novia ha preparado estos bocaditos con mucha ilusión - ¡¡¡¿Mamá?!!! (ahí fue donde se me abrió la boca y así sigo) ¡Tres platos de fabada se metió la vieja entre pecho y espalda!  más media botella de chinchón después de un vaso grande de café. Luego urgió a sus hombres que debían irse - ¿No quieres descansar un poquito, abuela? (dijo el Médico - No puedo. Me esperan en casa de Merche para la partida de cartas y el té con pastas.

Cuando nos quedamos solas y la abuela se relajó, la Cotilla expresó lo que yo no podía decir : La venganza de tu ex marido acaba de salir por la puerta ¡Menuda suegra!

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