sábado, 15 de junio de 2013

Esta madrugada una voz suave me ha susurrado al oído: Échate para allá que no quepo. Al principio pensé que sería parte del sueño en el que estaba inmersa... ¿qué demonios soñaba? Después, más atenta, estiré la pierna para asegurarme de que, como siempre, estaba sola en mi cama pero ... ¡no! Sin darme tiempo a reponerme, la voz susurró de nuevo : ¡Que te eches pallá, borde!

Repentinamente despierta, salté de la cama y traté de encender la luz que, con el susto, se me había olvidado donde estaba ¡Había alguien conmigo! pero ¿quién? ¿un ladrón... o varios? ... Bueno, habría que ver cómo estaban antes de ponerme a chillar como una posesa. Por fin encontré el interruptor de la lamparilla de noche y la encendí. Y entonces grite ¡como si me estuvieran matando!

La abuela llegó apresurada y con sus ojos legañosos miró fijamente al huésped - ¡¡¡Cotilla!!! ¿Qué haces aquí?

Más enfadada que un mono, la vecina nos puso al corriente de su "visita" - ¡Parece que tampoco voy a poder dormir tranquila aquí. Y todo por la boba de tu nieta! ¿A qué vienen esos gritos? ¿Es que no me conoces? - Pero ¿qué hace en mi cama? - Intentar dormir pero, entre que roncas como un volcán en erupción y duermes espatarrada ocupando todo el sitio, no puedo. - ¿Y qué pasa con su cama? - Allí arriba se ha quedado, no querrás que me pasee con ella a cuestas... ¡Que cruz tienes con ella! (le dijo a la abuela ¡Encima!)... Tengo terrores nocturnos infantiles. - Lo de los terrores nocturnos, lo entiendo, basta con que se mire en el espejo para tener que pasarse la noche en blanco pero ¿infantiles? - Estoy más joven cada día... no como otras (miraba a la abuela) - "Y yo. Basta que mires mi cutis. Es como de porcelana" - Sí, de porcelana rota y pegada para que de el cante... ¡Iros a dormir de una puñetera vez, que mañana trabajo! - La Cotilla intentó volver a mi cama pero mandé a las dos amigas a freír espárragos - Abuela ¿no querías amiga? ¡Pues toma amiga!

A la hora de la comida nadie me habló. Estaban enfadas ¿ellas? ¿Y yo, qué? Me contenté con escuchar su parloteo. Después, mientras tomábamos el café que me tuve que servir YO, conseguí hacerme con la botella de chinchón y me sentí la Reina del castillo. - "¡Oye! Pasanos un poco"... - Antes quiero que la Cotilla me jure que NO dormirá en mi cama por muchos terrores nocturnos infantiles que tenga - "¿No querrás que vuelva a pasar otra noche con ella? Da patadas y resopla cuando ronca. Me ha constipado" - ¿Cotilla, que dice? - Bueno... si no queda más remedio dormiré con tu abuela pero, en cuanto te duermas... - ¡Ni se le ocurra venir a mi cuarto! Esta noche el abuelito velará mis sueños y no está de muy buen humor. - A partir de ese momento, tomamos tranquilamente nuestras copitas de chinchón.


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