viernes, 26 de abril de 2013

La Cotilla está de capa caída desde que no va a ir a la boda de la abuela - ¿Qué voy a hacer ahora con todo lo que he ido guardando para ese día? - "¿Es mi regalo? dámelo" - Si no voy, no te regalo nada...Y lo que guardo, lo venderé. - "¿Por qué no me vas a dar el regalo? Si la culpa de todo la tienes tú" - Aún no lo tengo. Esperaba hasta el último minuto por si pasaba algo. - "¿Cómo qué?" - Pues que os murieseis uno de los dos... o los dos, como sois tan mayores. Y no estoy yo para hacer derroches. - "¡Lagarto, lagarto!... ¿Y eso que guardas, qué es?" - Bolsas de patatillas, ganchitos, cortezas, pipas de girasol, aceitunas sin hueso, latas de coca cola, naranjada,... Cosas de estas que siempre se ponen en las celebraciones. - "Andresito quiere celebrar la boda en un sitio de postín" - ¡Y qué! Os ahorraríais un dinero.

Ni las escucho. En la salita las he dejado discutiendo y he ido a ver a Pascualita, que está en el cuarto de la abuela mientras la vecina está en casa. La pecera está sobre la cómoda y a su lado hay varias fundas para el termo de los chinos. Son la cosa más hortera que he visto en mi vida. Llenas de flores de colorines superpuestas, de lentejuelas y abalorios. Las hace para la boda. Y como no es plan que ese día lleve el termo colgando del cuello, quiere que lo lleve yo...¡Ni loca me pongo eso!

Pascualita está desaparecida. Que manía le ha entrado con saltar y pasearse como Pedro por su casa. Al final la he encontrado reptando en el primer cajón de la cómoda, que estaba abierto. De repente he visto que se acercaba a un espejo de mano, guardado allí y antes de que se pusiera echa un basilisco al verse, he intentado cogerla pero, entonces se ha abierto la puerta y han entrado la abuela y la Cotilla y yo he cerrado el cajón.

- "¿Qué haces aquí?" - Qué va a hacer. Fisgar. Que mal educada tienes a tu nieta. - ¡Oiga! no le permito... Abuela ¿por qué no os vais a fuera? - "¡Porque no me da la gana! Es mi cuarto!... ¿Qué buscas?" - Eh...  estooooo... ¡La foto del abuelito! - ¡Ni lo mientes! (gritó la Cotilla) - Tendría que estar presente en la boda... - ¡Cada día es más tonta! - Le pondré un marco bonito y lo colocas en la mesa del banquete. - ¿La estás oyendo? - "Humm... No me parece mala idea. Así le compenso un poco por lo del mejunje" - Y abrió el cajón del que salió, disparado, un misil enloquecido que se estrelló contra la cara de la Cotilla y cayó al suelo. No le gustó nada a Pascualita, quedarse a oscuras y era tal su furia que ni siquiera atinó a sujetarse. Temerosa de que la pisara, empujé a la vecina que trastabilló. Entonces empezó a gritar y dar saltos - ¡¡¡Ya está aquí!!! ¡Perdón, perdón. No quería matarte! ¡¡¡Fue tu mujer!!! - Nos costó mucho tranquilizarlas, a la sirena y a ella. A Pascualita le metió la abuela en la pecera y colocó un libro encima para que no volviera a las andadas. La Cotilla se bebió media botella de chinchón y le sacó a la abuela la promesa de que SÍ que iría a su boda.



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