miércoles, 10 de abril de 2013

La abuela está derrengada de tanta fiesta EN MEMORIA DE ... Las ojeras le llegan a la cintura y se ha pasado la mañana con los pies en remojo. Claro, se empeña en llevar tacones de palmo y luego pasa lo que pasa. Pero ella, como decía la canción: Antes muerta que sencilla.

Los vídeos de la fiesta dedicada a la memoria de Sara son alucinantes. Abundan los escoooooootes, bien colmados de carne temblorosa cual gelatina. Y los muslos. Hay muslamen de todos los calibres. Algunos son de quiero y no puedo, escuchimizados y varicosos. Otros sobrepasan lo que se entiende por un jamón con arreglo a los cánones establecidos. La carne se desborda para descansar sobre las rodillas; éstas a su vez desbordan sobre el tobillo y el pobre pie es una bola informe que se sustenta sobre finísimos, y fuertes, tacones de aguja.

¿Y los galanes? Barrigas enormes sujetas por sufridas correas o tirantes a punto fenecer bajo el peso de la carne. Botones a punto de saltar en todas direcciones. Pantalones cuya costura trasera no aguanta la presión de las nalgas bien cebadas y estallaban. ¡Que risas se oían! Y los que aún conservan algo del tipo que tuvieron hace treinta años, andaban con el culo prieto y el pecho abombado, luciendo palmito. Después de unas rondas vino el desmadre. ¡Fuera copas! ¿Para que están los zapatos o las pechugas? Algunos dejaban caer el licor a lo largo de su tripa a modo de catarata del Niágara. ¡Y cantaban a voz en grito! Hasta que se ve entrar a la policía!

- "Los vecinos nos denunciaron. Esta gente no tiene correa" - ¿Que hora era? - "Temprano. Las 4 de la madrugada" - Temprano según se mire. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa!¡ay, ay, ay...! ¡Queeee doloooor! ¡ay, aaaaaayyyyyyy! - "Cotilla, hija ¿Tienes apendicitis?" - Estoy ensayando porque he encontrado un trabajo y quiero que me dure. - "Si es de cantar saetas ya se ha pasado la temporada" - No quiero saber nada de trabajos temporales que yo como todos los días - ¡Que nos lo pregunten a nosotras! (se me escapó) - Ya está la "graciosa" de tu nieta metiendo la pata... ¡Ay, ay, ay, aaaaaaaayyyyyyyyyyyyy!

En la sobremesa, mientras tomábamos el chinchón, nos explicó de qué iba el trabajo: - Seré plañidera. Como se muere tanto famoso y a la gente le gusta ver llorar a los deudos en las revistas y en la tele, nos contratarán a nosotras porque, la mayoría van a los entierros maquilladas y se guardan las lágrimas  para la intimidad. Nadie quiere ver su foto con los churretes del rímel en la cara. Así que el oficio de plañidera va en auge. - ¿Está usted segura? - Como te lo digo. - Entonces tendrá dinero para comprar comida para su casa ¿verdad? - Qué tendrá que ver la velocidad con el tocinoooo  ¡¡¡Aaaaaaayyyyyyyyyyyyyy!!!! - La abuela, que aún tenía fiesta en las venas, metió a Pascualita en la espalda de la Cotilla. Cuando notó la frialdad del bicho dio un salto y a punto estuvo de colgarse de la lámpara y luego gritó a la manera clásica de cuando te muerde una sirena. - "¡Bravo, Cotilla. Nadie te va a quitar el puesto de plañidera jajajajajaja! ¡Niña, vamos a celebrarlo!"  

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