martes, 23 de abril de 2013

En el buzón había una carta del cura con el que se confesó la Cotilla. Nos pedía que pasáramos por su parroquia para hablar sobre un asunto. - "¿Conocemos a éste señor?" - No. - "Entonces no tenemos nada de qué hablar con él. Y aquí paz y después, gloria." - Así solucionó el asunto la abuela. Y nos olvidamos de él.

De paseo a la tienda del señor Li nos encontramos, de frente, con el Municipal. Al vernos se le cambió la cara pero no tuvo escapatoria. - "¡Hola! Cuanto tiempo sin vernos. ¿Cuándo nos harás una visita, Bedulio?" - Pues... esteeeee... Ahora no puedo... ejem... tengo muuuuucho trabajo jejejeje - "Que mal disimulas. Tienes que quitarte el miedo y solo lo conseguirás con una terapia de choque." - No, gracias. Mis nervios son como las cuerdas de un violín muy tensadas, si aprieto un poco más se romperán y acabaré en el manicomio. - "Es que tienes un trabajo muy estresante, Bedulio" - Prefiero que me diga agente. - "¡Claro, tiene mucho más empaque ¡Agente BEDULIO!"

El pobre estaba abochornado oyendo a los vecinos reírse a cuenta de su nombre, y en cuanto pudo, dio media vuelta y salió huyendo - ¡Pásate por casa a tomar un chinchón, picarón, que se que te gusta empinar el codo, B-E-D-U-L-I-O! -

Llegamos a casa discutiendo. - "¿Por qué tienes que machacarlo con ese nombre? - "A mí no me mires. Díselo a sus padres" - Ya, pero tendrías que evitar avergonzarlo delante del vecindario.- "¡A mí que me registren!" - ¡A tí, a tí!... aaaaahhhhhg  ¡¡¡Que susto!!! - La Cotilla estaba sentada en una de las butacas de la salita, con la tele puesta y una copa de chinchón en la mano. - He llamado pero como nadie me ha respondido me he dicho, ya que les traigo la comida, bien me merezco un descanso y un lingotazo... o dos. - He echo un amago de abrir la boca pero me ha mandado callar - Antes de que nos des la murga te diré que es comida de hotel de 5 estrellas, por lo menos. - Cogí uno de los paquetes y le señalé la marca del supermercado. - Es comida común y corriente y caducada. -¡Alto ahí! Es comida de 750 euros. ¿Cuándo has comido algo tan caro, niñata? - ¿750 euros...? - Esa es la multa que los ricos nos ponen a los pobres que pillen hurgando en los contenedores! - Cuando la abuela sirvió la comida, dijo: "¡Manjar de dioses, señoras! ¡A rebañar los platos!"- La Cotilla sonrió - Te has puesto de tiros largos... ¿aún tiene ese broche tan feo? Que mal gusto, hija. - Allí estaba Pascualita, tiesa como un palo y sin quitarle ojo a la comida que, a cachitos y con disimulo, le fue dando la abuela.

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