martes, 5 de marzo de 2013

¡Que listo es el fraile que tiene la abuela colgado en su cuarto!... que mal suena eso ¿no? jajajaja. El tío baja  el brazo con el puntero hacia donde dice LLUVIA y para no mojarse, se está subiendo la capucha del hábito. Como me he cansado de decir que todo esto me suena a truco barato, ni lo miro cuando la abuela está delante. Y por eso no cojo el paraguas y luego voy hecha una sopa. Al final tendrá razón la Cotilla cuando dice que no soy más tonta porque no me entreno.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué has comprado en la tienda de los chinos? - a preguntado la vecina a la abuela en cuanto ha puesto los pies en casa - ¡Le importará a usted mucho! - Pues sí porque si no, no lo preguntaría ¿no te parece? - " Una tontería... un pececillo que nada." - Cada día te pareces más a tu nieta, en lo tonta quiero decir... ¿Dónde se ha visto un pez que no nade? - "¿Y desde cuando venden pescado en la tienda del señor Li? A ver quién es ahora la tonta jejejejeje.. Es un juguete que vi el otro día y me hizo gracia" - Y lo vas a poner en esa bañera rosa ¿a qué sí?... Por lo menos servirá de algo porque, como elemento decorativo, deja mucho que desear aunque, ya se sabe que para gustos, colores.

Mientras comíamos la paella, riquísima, que había echo la abuela... - ¿Paella en martes?. Esto es que celebramos algo importante. ¿Qué es? ¿qué es? - ¡Coma y calle, tía petarda! - ¡Que comida nos ha dado la Cotilla de las narices! He estado en tensión todo el tiempo por si a la abuela se le escapaba que el pez era para Pascualita y sobre todo por si lo metía en el "acuario". Entonces se descubriría el pastel en cuanto la sirena saliera a ver a su nuevo compañero... Aunque la pobre no parece estar bien del todo. Digo yo que será la resaca porque a la abuela se le fue la mano echando chinchón en el agua. Se ve que tiene la cabeza como un bombo y no ha salido del barco hundido ni para decir hola.

- ¡Venga, mete el pez en el agua y veré como nada! - Es como la gota malaya esta tía. Al final me he levantado de la butaca, le he puesto la botella de chinchón delante y he dicho las palabras mágicas: - ¡¡¡Barra libre!!! - ¿Por qué no se me ocurriría antes?

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