martes, 12 de marzo de 2013

He tenido que comprar más aspirinas porque me las tomo de dos en dos. ¡Dichoso cascabel y dichosa Pascualita! Se pasa más tiempo fuera del agua que dentro y el cascabeleo se oye por toda la casa - ¡Quédate quieta, ya, pesada! - "No le grites" - Ahora mismo se lo voy a quitar porque, a este paso se quedará sorda y nosotras histéricas. - "¡Si se lo quitas te pongo los trastos en la calle!" - La fiera de mi abuela me ha amenazado cogiéndome por sorpresa. Creo que, aunque no lo diga porque no quiere dar su brazo a torcer, está tan histérica como yo... Pero me ha dolido mucho que quiera echarme de casa... Un momento... ¿de qué casa quiere echarme? ¡¿De la mía?! jajajajaja... La aguanto porque guisa bien que si no...

Desde que se le puso el dichoso cascabel la sirena está de uñas. No sé qué mosca le habrá picado para que quiera andar zascandileando por ahí ¿No es un pez? pues tendría que estar todo el día en remojo.

Esta noche me ha dado un susto de muerte. En pleno sueño reparador, el dichoso bicho, después de saltar del "acuario" al suelo, ha reptado hasta mi cuarto, se ha subido por las mantas y se ha acostado conmigo, concretamente sobre mi cuello. Imaginaos que estáis profundamente dormidos o quizás en plena pesadilla y  algo viscoso, húmedo y frío se apoya en vuestra garganta. ¿Qué pensarías?... Lo mismo que yo. En el cuchillo de un psicópata. ¿Y qué haríais?... ¿gritar, no?... ¡¡¡Claro!!! y eso fue lo que hice. Chillé y chillé con todas mis fuerza, sacando notas agudas de donde no hay y busqué, frenética el cuchillo para arrojarlo lo más lejos posible... Oí un golpe seco y un grito que no era mío - ¡¿Qué es esto? ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyy!!!

Menuda nochecita. Mis gritos despertaron a la Cotilla y a la abuela (supongo que fue por este orden porque la vecina fue la primera que entró en mi habitación, por eso Pascualita se estrelló en su cara y por eso fue mordida con rabia en la nariz mientras el cascabel no dejaba de tintinear.

Los vecinos llamaron, preocupados, al timbre - "Es que la niña ha tenido una pesadilla jejejejeje pero ya esá bien... Lo siento si os ha despertado" - Algunos murmuraron, camino de sus pisos - La niña, la niña ¡jodía niña que ya tiene más espolones que el gallo Kirico! A ver si se casa de una vez y se larga ya, hombre.

Cuando conseguí arrancar a Pascualita de la cara de la Cotilla le quité el cascabel y lo tiré al wáter.

La Cotilla lloraba quedamente después de beberse casi media botella de chinchón. Tenía la cara hinchada, los ojos cerrados y la nariz, roja y gorda como un payaso. Y hablaba. - Perdóname, Tancredo, pero... no me castigues solo a mí... ella también cooperó dándote el mejunje... - "¡Oye, no predispongas a mi marido contra mí?" - ¿Se llamaba Tancredo? - "No. Se lo puse yo porque era un hombre al que le gustaba mucho estar quieto y callado" - La Cotilla seguía a lo suyo - ¿Ha sido el meteorito... verdad? ¿El polvo cósmico que arrastraba?... Perdónameeeeee ... - La abuela y yo nos miramos y solo nos faltó gritar Eureka. Ahí estaba la respuesta al extraño comportamiento de Pascualita ¡El polvo cósmico! Para que luego los listos de de turno digan que el meteorito no nos afectó.

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