jueves, 20 de diciembre de 2012

Al entrar en casa me ha asustado un ruido extraño. Era algo así: ¡Glo, glo, glo!. Las piernas me han empezado a temblar cuando se ha repetido- ¿Abuelito? - He sacado de un cajón un trozo de vela y la he encendido. Al final voy a creerme mi propia mentira. Cuando ha vuelto a sonar el ¡glo, glo, glo! he llamado a la abuela con todas mis fuerzas - ¡¡¡Abuelaaaaaaaaaa!!!

Sentada en la cocina, con una copa de chinchón en la mano para quitarme el susto y poder aguantar la rechifla de mi abuela, contemplaba el pavo que se paseaba, como Pedro por su casa, con las plumas abiertas en abanico - ¿De dónde ha salido? - "Me lo ha regalado la Cotilla por las veces que ha comido aquí" - ¿La Cotilla?... ¿de dónde lo ha sacado? - "A caballo regalado no le mires el diente" - ¿No te huele a chamusquina? - "No. Y dentro de poco olerá a gloria" - ¿Lo vas a matar? (exclamé alarmada) - "Prueba de hincarle el diente estando vivo  jajajajaja ¡Que tonta eres!"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¿Ya le has presentado el pavo a tu nieta? - "Sí. jajajajaja.... Creía que era el espíritu de su abuelo jajajajajajajaja..." - Hablemos de otra cosa (dijo la vecina con temor) Sirveme un chinchón, niña. - Como el pavo no estaba atado y nosotras no le prestábamos atención, se fue a recorrer la casa. Yo seguía dándole vueltas al asunto. Era imposible que la Cotilla lo hubiese comprado porque,
 o nos mentía cuando decía que no llegaba a fin de mes, o guardaba un pequeño tesoro en su casa... aunque con lo poco que gastaba no me extrañaría... no, no, ésta mujer no es agradecida así que... - ¿A quién le ha robado el pavo? - ¡La has oído! ¡Que cruz tienes con ésta nieta! - Un guirigay que venía del comedor, cortó la conversación. ¡Pascualita! pensé. Efectivamente, el pavo se había acercado al "acuario" donde la sirena nadaba tranquilamente, y tomándola por un bocado exquisito, la cogió con el pico. Yo llegué en el momento en que se la engullía. Lo agarré del cuello apretando con fuerza y aguantando el enfurecido aleteo. La Cotilla y la abuela entraron en tropel - ¡Así no se mata un pavo, boba!

Llena de arañazos y de golpes que me había dado contra los muebles, solté al bicho un vez que hubo vomitado a la sirena. La Cotilla se reía tanto que no lo vio y pude meter a Pascualita en el agua. La pobre estaba aterrorizada y se escondió entre las algas ¡para salir al instante con los carrillos llenos de agua! Me aparté y el chorrito envenenado hizo puntería en un ojo de la vecina que salió corriendo, llorando y gritando ¡¡¡Ponle más velas al jodío abuelo!!!

Estábamos en pleno jaleo cuando, un lívido Municipal, llamó a la puerta - ¡No me cuenten lo que pasa, por favor!... Vengo a por el pavo... - La Cotilla dijo que lo había encontrado, en el Mercado, mientras andaba perdido entre los puestos de verduras. Así que era suyo. El tira y afloja entre ambos se acabó cuando el guardia sacó la libreta de las multas y dijo una cifra desorbitada que tendría que pagar por ladrona. Entonces, tan digna como la Reina de Saba, dijo - Llévatelo, Bedulio y que te aproveche. ¡Ojala tengas que tomarte tres botes de bicarbonato! - Pero, si no es para mí... - "¿Qué te costaría hacer la vista gorda, Bedulio?" - El pavo es para un comedor social... - Lo siento, chicas. comeréis sin mi esta Navidad... ¡Espera. Bedulio! ¿Dónde dices qué está ese comedor?...

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