viernes, 2 de noviembre de 2012

La abuela está que trina. Como consecuencia del vino con que regaron las comidas ayer en su ronda por los cementerios donde tienen amigos finados, se le desató la lengua en algún momento y dijo que admiraba muchísimo al Juez Castro, que era un señor como la copa de un pino y no se le caían los anillos por ir en bicicleta por la ciudad donde todo el mundo podía verlo. Andresito sintió el mordisco de los celos y ésta mañana le ha faltado tiempo para venir a ver a la abuela ¡en bici! e invitarla a dar un vuelta hasta su Torre del Paseo Marítimo ¡en bici! para lo cual se ha traído un tandem. Cuando ella lo ha visto ha puesto el grito en el cielo - "¿No querrás que me monte en este artilugio? ¿dónde está tu coche?" - En el garaje. Como estás tan entusiasmada con el ejemplo del Juez he pensado que te gustaría que lo imitáramos. Mataremos unos cuantos pájaros de un tiro: ahorro de gasolina, de aparcamiento, de gimnasio, incluso de vehículo porque son dos en uno ¿A qué estás contenta?

Pues no, no esta contenta porque pudiendo fardar de novio con cochazo ahora resulta que van a tener que ir en ese artilugio - "¡Además, no se montar en bici! ¿Quieres que nos matemos?" - Yo te enseñaré, cariño. Tenemos todo el tiempo del mundo. - (¡Que optimita es mi futuro abuelo! está a punto de cumplir los 90)

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! En la entrada de la finca hay una bicicleta como las del tiempo de Mari Castaña. ¡Ya ni me acordaban que existían! - "Pues ya ves que sí (dijo rencorosa la abuela) y este atontao pretende que yo vaya en eso. ¡Si ni siquiera son de mi tiempo!" - ¡Anda que no! bien que te paseabas con el tamden de Rafaelito, el hijo de la señora Máxima ... ¿Te acuerdas de lo guapo que era? - "¡Cotilla no me vengas con cuentos! ¿Cuándo he sabido yo montar en bicicleta? ¡Nunca!" - ¿Como que no? Si te encantaba y a Rafaelito también porque se ganaba un beso tuyo cada vez que te dejaba montar... - "¡Cotilla, ya te estás yendo por donde has venido!... ¡¡¡Hoy no comes!!!" - (dirigiéndose a Andresito, que tenía cara de pocos amigos, le dijo) - "No le hagas caso que ya está perdiendo la chaveta" - Pero él, muy enfadado, se giró hacia la puerta de la calle dispuesto a irse. Inmediatamente susurré al oído de la abuela - (Levántame el castigo y te lo traigo de vuelta) - "¡Hecho!" - Unos minutos después, Andresito se acercó a ella con una sonrisa radiante y los brazos abiertos. La Cotilla no sabía qué hacer - ¿Como o no como?

Al final comimos todos y después la pareja feliz se marchó pedaleando por el carril bici. Al quedarme a solas me acerqué a Pascualita que me miraba sentada sobre el "acuario" - Supongo que en tu hábitat pasará lo mismo. En cuanto le nombras el sexo a los hombres, babean. Le he dicho a Andresito, como si fuese cosa mía, que la abuela, compinchada con la Cotilla, quería darle muchos celos para  luego tener una reconciliación de traca final más las dos orejas y el rabo.- La sirena se ha zambullido dando un salto mortal y al salir ha hecho el OK con los dedos.

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