lunes, 12 de noviembre de 2012

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! - ¿Pero usted cuándo duerme? Espere por lo menos a que me haya ido al trabajo antes de venir a dar la lata. - Anda, vete que tengo que hablar con tu abuela. - ¿Cómo que me vaya? Aún no he desayunado. - Yo tampoco, mira que casualidad ¿Sabes si queda alguna ensaimada de ayer?

- ¡Al salir por la puerta, la Cotilla había abierto fuego - ¡Vergüenza tendría que darte el irte por ahí y dejarme a merced de tu nieta! - "Buenos días, mujer" - Con lo mal que cocina, me expongo a tener una úlcera... Anda, cuenta, cuenta... ¿Qué tal se portó Andresito? -"Que bien te sienta el apodo, Cotilla" - ¿Sabes de qué me he enterado? de que ya no es fiesta el 26 de Diciembre - "¡No digas tonterías" - Las tijeras de los Pinochos han recortado ese día. - "¡Pero si es sagrado para nosotros!" - Pues ya no. - Huy, esta gente me va a oír. ¡Vamos!

A mediodía no había nadie en casa y después de mucho esperar, me he hecho un bocadillo. Para no sentirme sola puse a Pascualita sobre el frutero y comentaba con ella las noticias de la tele cuando me he atragantado. ¡La abuela y la Cotilla salían, esposadas, del Parlament! La sirena,al ver a su amiga no paraba de hacer el signo de OK - ¡No, Pascualita! Eso no es bueno ¿Qué habrán hecho?

A pesar de mi nerviosismo, entendí que dos locas furiosas habían irrumpido en el Parlament, en plena sesión, preguntando a voces que dónde estaba el President. A los de seguridad les había costado Dios y ayuda neutralizarlas mientras gritaban - ¡¡¡Sal si te atreves, bandido!!! y algo sobre qué día escogían ahora para invitar a toda su familia (los periodistas no llegaron a averiguar si se trataba de la familia de una o de las  dos locas) Sin pensar lo que hacía, metí a Pascualita en el termo de los chinos y salimos pitando hacia comisaría

Los policías me agradecieron que fuera a recogerlas - ¡Nos tienen la cabeza loca con la dichosa Segunda Fiesta! Escuchen cómo gritan: - ¡¡¡Fiesta el 26!!! ¡¡¡Fiesta el 26!!! Así llevan cuatro horas. Hemos terminado todas las aspirinas. - Mientras arreglaban los trámites para que las dos viejas pudieran salir, en la pantalla de un televisor que había allí, apareció el President . Entonces la abuela gritó - "¡Ese tiene la culpa!" - Inmediatamente, un chorrito de agua envenenada, salpicó la pantalla. - ¿Que ha sido eso? - preguntó un guardia. - Vaya usted a saber (dije, inocentemente)

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