miércoles, 24 de octubre de 2012

Todo lo bueno se termina y algunas veces antes de hora. Al volver del trabajo he encontrado a la abuela en casa. - ¿No teníais que estar una semana de crucero? - "Sí, hija pero nos han echado" - ¿Qué has hecho? - "Nada especial pero se ve que el capitán nos cogió ojeriza. Aunque es mejor así porque ya estaba hasta las narices de tanto balanceo, fiestecita y paseos en rebaño... Lo peor es que Andresito se ha enfadado y ahora estamos de morros... ¡Hay que ver que suceptibles son los hombres, en seguida se ofenden!"

Estuvo un buen rato con Pascualita, observándola y haciéndole toda clase de carantoñas, luego se sentó a mi lado. - "¿Qué le has hecho a la sirena?" - (¡Glug! es una bruja. ¡Lo sabe todo!) Te añoraba... ¿Cómo sabes lo que le he hecho? - "Porque se le he preguntado. He hecho la señal de OK con los dos dedos y ella a bajado, tristemente, la cabeza. ¡A ver si te crees que es tan tonta como tú que en seguida te has descubierto!"

Después de la bronca vino la calma y mientras saboreábamos una copita de chinchón me contó lo que había sucedido. - "Las primeras noches Andresito se portó como un tigre de bengala en la cama. Pensé que era, a parte de mi innegable sexi,  por la brisa del mar pero una mañana descubrí la dichosa pastilla azul. Revolví su equipaje hasta dar con el suministro que traía para el viaje. Subí a la cubierta donde me esperaba y después de ponerlo a parir, tiré por la borda todas las pastilla. El, lloroso y avergonzado (no por tomarlas, sino por la gente que teníamos al rededor) me suplicó que no lo hiciera pero no me ablandó. En cambio él, a partir de entonces, si que se ablando y el orgulloso tigre se convirtió en una birria de gatito. ¿Dónde se ha visto un crucero sin sexo? en las películas, no, desde luego. Así que empecé a aburrirme. Andresito no quería salir del camarote para que no se rieran de él y yo no quería estar allí dentro si no había nada que hacer. Una tarde pedí que me enseñaran el puente de mando y una vez allí cogí el micrófono y grité. ¡¡¡Fuego a bordo!!! La que se armó. Las cubiertas se llenaron de gentes que gritaban y corrían. Fue divertidísimo, aunque pude ver poca cosa. Esos oficiales no tienen sentido del humor y me encerraron como si fuera un ladrón. Un tiempo después, a Andresito y a mí nos bajaron a un puerto y nos entregaron al cónsul español. Andresito dice que nunca un viaje le había salido tan caro porque, ahora tiene que pagar la multa que me pusieron" - ¿El? - "Yo soy insolvente... además acordamos que diríamos que tengo alzheimer. Funcionó y no me metieron en la cárcel pero la multa por el estropicio que hicieron los pasajeros por culpa mía, hay que pagarla... Jajajajajaja ¡Que cara puso cuando se lo dijeron jajajajaja"



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