viernes, 19 de octubre de 2012

- "Tengo el presentimiento de que esta semana en la que se ha hablado tanto de dinero, me tocará la Primitiva, así que me he agenciado un carrito de Mercadona" - ¿Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino? - "No me puedo quitar de la cabeza aquel carrito de los chinos lleno de billetes de banco" - ¿Dónde están los tuyos? - "Me tienen que tocar mañana" - Ya.Y mientras tanto el puñetero carrito está estorbando en el comedor?

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¡Ya he encontrado la solución a mis males! - ¿La van a meter en la cárcel? - ¡Voy a pedir un rescate a ese banco al que ha acudido el Govern! Si a ellos les van a dar 300 y pico de millones, con más razón me darán a mi 1 millón - "¿Y cuándo podrás devolverlo?" - ¡Nunca! total, me quedan dos telediarios pero, mientras tanto, que me quiten lo bailao. - "¿Dónde hay que firmar? Me apunto, además ya tengo el carrito para hacer la foto a los billetes" - Ahora que voy a ser millonaria ¿me dejarás que me quede en tu casa cuando me desahucien? - "A una millonaria nadie la hecha" - Ya, pero... - ¡Ni millonaria, ni leches (salté yo) Aquí no se queda! - ¡Ni un euro mío vas a ver! - Milagro sería porque no lo he visto nunca. - ¡Que cruz tienes con esta nieta!

He acompañado a la abuela y a Andresito al barco.  Al final el equipaje han sido 5 maletas bien colmadas, de ella y una maletita de él. Pascualita se ha quedado conmigo pero lo mío me ha costado. He tenido que prometerle a la abuela que iríamos las dos a despedirlos. La llevaba el termo colgado del cuello y creí que con eso se daría por satisfecha, pues no. Hasta que no ha sacado a la sirena para llenarla de mocos y babas mientras lloraba como si se fuera a Marte, no ha parado. Andresito, extrañado de que me hiciera tanto caso,  ha venido a ver lo que pasaba. La abuela no lo ha visto pero yo sí y he intentado coger a Pascualita. Entonces hemos protagonizado un amago de lucha que ha terminado cuando Andresito le ha dicho cerca del oído: - ¿Nos vamos? - No lo esperaba tan cerca y del susto ha dado un respingo y la sirena se ha escurrido de nuestras manos. La he visto volar y he corrido siguiendo su trayectoria. Ha caído, justo, entre los ojos de un señor vestido de capitán de barco. Me he lanzado contra él y he arrancado, literalmente, a Pascualita de sus carnes. Ni qué decir tiene el destrozo, mínimo eso sí, que le hemos causado.

Mientras los alaridos del pobre hombre sembraban de confusión la cubierta, el barco, que debía salir del puerto, iba ahora hacia adelante, ahora hacia atrás porque los marinos no entendían sus órdenes. En cuanto el barco ha enfilado hacia alta mar, los pasajeros han aplaudido a rabiar a los confundidos trabajadores que han agradecido el detalle saludando gorra en mano. Mientras tanto al Capitán "alguien" le había "enchufado" una botella de chinchón como remedio contra los ataques indiscriminados de Pascualita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario