miércoles, 31 de octubre de 2012

Hummm... huele a caldito  - ¡Abuela! ¿puedo probar a ver si está bien de sal? - "Ni se te ocurra acercarte a la olla ¡traidora!" - Está visto que me quedo sin caldo... ¿Podré comerlo mañana si sobra? - "Si sobra lo congelaré. Con tanto recorte no puedo tirar nada" - No he hablado de tirar sino de comer. - "Te he oído perfectamente"

¿Nunca me vas a perdonar que votara a los Pinochos? - "Tu lo has dicho" - Te juro que no lo haré más... La próxima vez me dices que papeleta quieres que coja... - "¡Eres tonta hasta decir basta! ¿Qué clase de democracia es esa? Votarás a quién quieras, faltaría más" - Eso fue lo que hice y mira cómo te has puesto - "Porque mienten más que hablan. ¿Es que no los has oído?" - Los demás harán lo mismo, digo yo - (dije sin pensar) - "Y lo que yo digo es que no comerás mis guisos hasta nueva orden" - Y eso ¿cuándo será? - "¿Te acuerdas de Hermano Lobo? Huuuuuuuuuuuuuuuuuuuy"

 Así que me he pasado por una pastelería a comprar un rosario, por lo menos me endulzaré el día de fiesta con los bombones, panallets y las frutas escarchadas. Y mira que me ha costado trabajo encontrar un rosario tradicional. De nubes y tonterías de esas los hay a montones pero yo prefiero esos panellets de   almendra y todo lo demás. Al volver a casa estaba allí la Cotilla - ¿Traes pasteles? ¡Ya tenemos postre! - Es un rosario y no pienso darle ni tanto así. - "La patena es para mí" (la abuela estaba muy crecida) - Si no como sopa, no. - Podríais negociar... es que la patena me gusta mucho. - "Siempre ha sido para mí" - Ahora hay condiciones.

Puse el rosario a buen recaudo en mi cuarto. No me fío de ellas. Cuando volví a casa fui a buscarlo, no podía esperar más a comerme esos dulces pero... ¡no estaba! Y la abuela tampoco. Debía estar en el Funeral como todos los días. Revolví la casa entera buscándolo. Entonces me fijé en Pascualita que , sentada sobre su "acuario" se chupaba los dedos. En la cara llevaba miguitas sospechosas que podían ser de ¡panallets! Sobre la arena del fondo reposaba un trocito de patena. Cuando intenté cogerla, la sirena sacó sus dientecitos de tiburón a pasear.

Esperé a que la abuela volviera para cantarle las cuarenta - "¡Ha sido muy divertido! La Cotilla (que cada vez es más experta como ladrona) ha abierto tu puerta en un abrir y cerrar de ojos. Ha cogido el rosario ¡para llevárselo a su casa! Entonces hemos forcejeado, cada una tirando del dulce que más nos gusta. Yo lo he hecho de la patena hasta que se ha roto y un trocito ha caído en el acuario. La Cotilla y yo nos hemos enfadado y la he mandado a su casa" - ¿Y el resto del rosario? - "Nos lo hemos comido en el Funeral. Total, ya estaba roto" - Y que voy a comer mañana... ¿sopita? - "¡Ni hablar! pan tostado y vas que chutas".

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