sábado, 22 de septiembre de 2012

Para paliar mi tristeza decidí subir al Monasterio de Lluc y ayudar en las tareas de limpieza de los destrozos que hizo el tornado el otro día. Y como ni autoestima estaba por los suelos (ahora me doy cuenta) me llevé a la Cotilla. Me pilló en la entrada de la finca y al decirle a dónde iba quiso acompañarme (pagando yo) para agradecerle no sé qué a la Virgen.

En cuanto llegamos me dejó plantada para ir al camarín a rezar. Pensé que debía ser muy grande el favor que había recibido y me olvidé de ella. El caso es que no volví a verla hasta encontrarnos en la parada del autobús que nos tenía que llevar de vuelta a la Plaza de España en Palma. Se la veía nerviosa y cargada con tres pesadas bolsas.

Al chófer lo puso de vuelta y media. El hombre solo se había retrasado dos minutos aunque, después se demoró un buen rato yendo al baño y  tomándose un café. En el trayecto de vuelta se sentó en el último asiento y se pasó gran parte del tiempo mirando hacia atrás. - ¿Pasa algo? - pregunté. - Nada que te importe. - me contestó educadamente.

La abuela estaba sentada ante el televisor con Pascualita sobre su hombro - ¡Mira, soy yo! - grité al verme en la pantalla - "Calla, tonta" - También apareció la Cotilla y entonces el plano se quedó fijo. - ¿Qué pasa? - "Han robado en Lluc y sospechan de ella" - Pero si solo ha ido a rezar...

Una ladrona, haciéndose pasar por beata, ha vaciado los cepillos de la capilla. Por lo visto se pasó la mañana allí y en cuanto podía sacaba, una y otra vez, las limosnas que iban metiendo los fieles . No se sabe la cantidad que puede haber cogido. Y aún ha tenido tiempo para hacerse con tejas que pudieron salvarse del tornado llenando tres bolsas con ellas. Se cree que no estaba sola - dijo la locutora.

- Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! - "¡Que barra tienes!... ¿Para qué quieres las tejas?" - Antes de que replicara, la abuela la cortó - "Lo sé todo. ¿Qué pasa con las tejas?" - Se las venderé a algún caprichoso. Solo por ser de Lluc me darán un buen pico... - "¡Y una pala mientras estés en la cárcel!" -  Es que no llego a final de mes (dijo, llorosa) - "Allí tendrás tres comidas al día ... ¿Quiéres una copita?" - Si. pero... ¡Tienes un bicho en el hombro!.

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