lunes, 13 de agosto de 2012

- "Tengo que hacerle un retrato a Pascualita" - ¿Tengo?... ¿Por qué? ¿no te basta con tenerla de cuerpo presente? - "¿Y si un día se va? No tendremos ningún recuerdo de ella" - Yo te puedo enseñar unos cuantos. Mira: me ha mordido aquí y aquí y aquí y en varios sitios más y no me he quedado ciega porque Dios no ha querido porque mira que tiene puntería cuando suelta el chorrito de agua. - "¡Eres una rencorosa!... No me refiero a ésta clase de recuerdos, sino a una foto... ¿por qué no le haces unas cuantas y escogemos la que esté mejor... ?" - ¿Para ponerle un marco? ¡Ni hablar! Tendría pesadillas todas las noches,  además ¿dónde lo colocarías? - "En un sitio bien visible... en la entrada, por ejemplo" - ¡Eso! así nadie vendría a visitarnos - "¡Bueno, ya está bien! Te pasas el día poniendo pegas. ¿Quieres que te las ponga yo cuando preguntes por la comida?" - Ante una razón de peso como ésta no tuve nada que objetar así que cogí mi cámara dispuesta a obedecer.

Pascualita dormía muy a gusto, echada sobre la arena del fondo del "acuario" cuando la abuela la cogió en volandas. Yo no hubiese hecho una cosa así ni por una cena con Brat Pitt.  El pobre bicho estuvo unos segundos desconcertado, para cuando se aclaró la abuela ya había preparado el escenario: colocó a la sirena dentro de una concha de vieira que se trajo un día a casa tras una cena de marisco en El Funeral - "¡No te muevas que estás muy guapa así!" - ¿Guapa? ¡Por Dios! - "Deja de remugar y dispara" - Hice un montón de fotos para que luego no me echara nada en cara. Cuando la sesión hubo acabado va la abuela y me dice tan pancha - "Mete a Pascualita en el agua" - ¿Yoooooo? ¡Ni loca! Está enfadadísima  y me  enseña los dientes. - "¡Mira que eres vaga! ¡Ni eso puedes hacer!" - Y la metió en el acuario sin sufrir ningún daño.

Luego nos tiramos toda la mañana mirando fotos. No vi ninguna digna de exposición, en cambio a la abuela le gustaban todas. Finalmente se decidió por una y mientras yo hacía una fotocopia en color, ella fue a  buscar un marco. - "¡Mira, ya lo tengo!" - ¡Pero si es el de la foto del abuelito! - "¿Y?"

Un momento después, el marco había recuperado su antiguo brillo y una foto nueva. Se colocó en el taquillón de la entrada para que lo viera quien viniera a casa. La primera fue la Cotilla cuando vino a comer como todos los días.

Entró a la velocidad de crucero habitual -"¿Y el Avemaríapurísima, qué?" - ¡Huy! se me ha olvidado. Es que... ¿qué es eso que hay en la entrada? - "¿La foto?" (dijo la abuela, tan pancha) - Temiendo que metiera la pata, salté - ¡Es mi abuela, en un baile de disfraces de los años 30! - ¿De verdad? (parecía que no lo creía) Pues no recuerdo yo... - "Fue un año que tu no viniste" - ¿Aquel que ganaste el concurso? - "¡Ese mismo!" - Y no se volvió a hablar del tema hasta que,en la sobremesa, mientras nos tomábamos el chinchón on the roks, dijo la Cotilla - ¡¡¡En tu vida has ganado un concurso de disfraces, bonita!!!


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