martes, 10 de julio de 2012

- "Otro Encierro más sin chicha ni limoná" - Los toros de hoy en día son muy educados: me deja pasar, por favor, tengo un poco de prisa; esta tarde me van a matar y no quisiera llegar tarde a la cita, gracias - "Tienes razón, ya no son lo que eran... ¿Quieres desayunar?" - ¿Hay ensaimadas? - "Solo los domingos" - Bueno es saberlo... Pareces alicaída ¿es por culpa de tu nieta? - "Es que tengo que organizar un entierro..." - ¡Lagarto, lagarto!

- Abuela, deja de hacer comedia que no es para tanto - "¿Te das cuenta lo insensible que es?" - Es que de donde no hay no se puede sacar - ¡Me queréis dejar en paz! ¡Pero si solo es un pepino! - Ahora ya me he perdido.

- "Es una pena que no la conocieran los del Funeral porque ahora podría poner su foto en el muro de los Finados...pobre Pilarín" - ¿De quién habla?... ¡Ay! ¿No será...? - ¡Sí! Se refiere a "esa" Pilarín - ¡Está como una chota!... La edad ya hace estragos en su cabeza - "¿Estás hablando de mí? No sigas por este camino o no vuelves a comer en mi casa en lo que te quede de vida. Pilarín, aunque, por poco tiempo, formó parte de nuestra familia lo mismo que Pepe y que Pas... bueno, quién sea" - ¡Dilo, dilo!¡Pascual!. El subconsciente te ha traicionado, ibas a decir Pascual. Debe ser un mirlo blanco si estás dispuesta a dejar a Andresito y su Torre del Paseo Marítimo por él.

Al anochecer llegaron Andresito, el Médico, Blas, la Cotilla, el Municipal (que no las tenía todas consigo) y el señor Li. En un aparte le pregunté a la abuela qué hacía él aquí - "Los chinos son muy sensibles con las ceremonias fúnebres" - Dimos buena cuenta de una suculenta tortilla de patatas y un buen trampó acompañados de un tinto de verano que entraba muy bien. Después del café y unas copitas de chinchón, la abuela abrió la ceremonia hablando de lo bonita que había sido Pilarín. A mi me daba la risa cada vez que la nombraba y la Cotilla y enseguida empezaron a caernos las primeras lágrimas. Tampoco podíamos mirar a los demás porque sus caras asombradas (y no sabían lo mejor) contrastaban con la seriedad oriental del señor Li y eso hacía que nos riéramos más, con el consiguiente enfado de la abuela.

Todos quisieron decirle unas palabras de consuelo por "enorme pérdida" y cuando ella dijo que iba a buscar a Pilarín vi palidecer al Municipal, ya se sabe que el pobre no aguanta situaciones paranormales. Pepe y Pascualita tampoco se perdían la "ceremonia", uno sobre la mesa (retirado del Municipal) y la otra en plan broche prendido en el vestido negro de la abuela. Cuando los invitados vieron el pequeño paquete metido en una bolsa de quelitas muy bien liado, quedaron mudos de asombro - "Y ahora vamos a proceder a  despedir para siempre a nuestra amiga Pilarín" - El paquete fue depositado con gran ceremonial en la bolsa de la basura, luego la cerró y muy compungida, me dijo que la bajara al contenedor (¡hasta esto me toca a mí!) Cuando subí a casa la abuela estaba enseñando a todos una foto que le había echo a Pilarín antes de que Pascualita le arreara el mordisco. Por las caras que ponían parecía que estaban viendo a un marciano. Luego la botella de chinchón volvió a rodar por la mesa y acabamos todos llorando de risa. Fue una despedida muy sentida ¡hip!

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