martes, 17 de julio de 2012

El verano ha venido para quedarse y donde mejor se está es en remojo. Así que hemos cogido sombrilla, toallas, bocadillos y agua y después de discutir un rato sobre si vamos aquí o allá, la abuela se ha salido con la suya: vamos a Magaluf. Ya solo nos quedaba un detalle: el transporte. Ha llamado a Andresito para decirle que pasara a recogernos con su coche - "¿Qué?... ¿Por qué?... ¡Pero...! ¡Vale. Tu lo has querido!"- Poco faltó para que rompiera el teléfono.- ¿Qué pasa? ¿No puede venir? Cogeremos el aut... - "¡No cogeremos nada! ¿Quiéres ir como sardinas en lata?" - Volvió a marcar. Estaba muy enfadada - "¡Me ha dicho que me lleve el señor Li! ¿Te lo puedes creer? ¡¡¡Ojalá se le pierda la dentadura postiza y tenga que comer purés una semana!!!

Por supuesto el señor Li se mostró encantado de llevarnos. Lo que ya no le hizo tanta gracia fue ver a la abuela en top less. - Creo que siente vergüenza ajena - "¿Qué sabrás tú de estas cosas? Lo que le pasa es que está celoso de que me exhiba ante tanta gente" - Al final no supe a qué pensar. El hombre hacia todo lo posible para que a la abuela se le viera la menor cantidad de piel. La entretenía largo rato en el agua hasta que le castañeaban los dientes y cuando la veía decidida a salir, corría hasta donde estaban nuestras cosas, cogía la toalla más grande y la cubría con ella. Al principio le gustó tanta deferencia hasta que se hartó - "No, no quiero la toalla. Me gusta tomar el sol... ¡Quite, quite!" 

En contra de mi voluntad, había traído a Pascualita a la playa. Iba en el termo de los chinos y se bañó varias veces con él, para que la sirena sintiera el agua fresquita del mar entrando a través de la ranura que se le hizo al cacharro tiempo atrás. El pobre animal estaba de los nervios. Una de las veces que la abuela pudo zafarse del chino, le dejó a éste el termo, dijo que para poder nadar más a gusto. - Pero si no sabes (dije yo con el susto en el cuerpo), lo único que haces es agacharte y mover los brazos - "¿Qué sabrás tú? De jovencita no fui a las Olimpiadas porque entonces no se estilaba"

Mientras la inconsciente de la abuela "nadaba" el señor Li se mostró intrigado con el termo. Le pareció que algo se movía dentro. Estuvo a punto de abrirlo - ¡¡¡No, no, no!!! Es el dinero de mi abuela - Dinelo movelse mucho - Sí, cada día sube y baja en la Bolsa - Pelo este  movelse aquí. Yo milal - ¡Es la Prima de Riesgo haciendo de las suyas! - Tu decil cosas lalas. Yo ablil - Vaya si lo abrió y allí estaba Pascualita, loca por meterse en el mar. - ¡¡¡Sel gamba goldaaaaaaaaayyyyyyyy!!! - Saltó hacia la pequeña nariz del señor Li donde clavó sus dientecitos de tiburón y desde allí oteó el horizonte ¡allí estaba el mar! De un salto cayó sobre la arena y empezó a reptar como un gusano gordo. Una mujer chilló ¡Que asco! ¿Qué es eso? - Un niño se acercó dispuesto a pincharla con un palito pero la sirena sacó su dentadura - ¡Ah, muerde!

Mientras la abuela se solazaba entre las olas, yo me debatía entre ayudar al infeliz chino o coger a Pascualita. Obté por lo último y corrí tras ella. Un joven se asustó al verla y cogió una zapatilla para aplastarla pero yo fui más rápida, cogí la otra y le di un buen golpe en la cabeza. La gente se enfadaba conmigo pero yo solo tenía una idea en la cabeza: coger a la sirena antes de que entrara en el agua o que la espachurraran. Finalmente, estirándome como solo Casillas sabe hacerlo, la cogí en la orilla del mar.

- "Pero qué le ha pasado, señor Li?" - Sel culpa de gamba golda hihihihihi... Yo no podel comel nunca Ayyyyyyyy - "¡Vaya por Dios! Ande, métase al agua y se le curará... ¿No sabe que el agua de mar lo cura todo?... Que raro, pensé que siendo chino lo sabría" - La hinchazón le llegaba a los ojos y veía muy poco - "¿Y ahora cómo nos iremos? Llame a alguien de los suyos que venga a buscarnos, al fin y al cabo la culpa de lo que le ha pasado es suya por chismoso, ya lo dice el refrán: la curiosidad mató al gato. En este caso, a un gato chino jejejeje.

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