viernes, 22 de junio de 2012


A mediodía hemos tenido dos visitas: Andresito y el señor Li han llegado casi a la par. Como la mayoría de las veces, cuando han llamado a la puerta he tenido que abrir yo - Hola, Andresito. La abuela está en la cocina (entonces me acordé de que Pascualita estaba con ella escuchando sus historias) ¡¡¡Abuela, ha venido tu novio!!! - ¡Que potencia de voz! ... ¿tiene visita? - No ¿por qué? - Como la oigo hablar... - Ah... es que le gusta comentar lo que dicen en la radio, así no se aburre - La Cotilla llegó en ese mismo instante - Hola, ¿qué pasa con tanto grito? - Le importará mucho, tía cotilla - Pase, Andrés... ¡He dicho Andrés! - Cuando quiere, la Cotilla tiene una sordera de campeonato.

Al ir a cerrar la puerta ha llegado el señor Li - Hola. ¿Está la abuela? - Sí. Pase a la cocina... sí, sí, por allí. todo recto... ¡¡¡Abuela, el señor Li!!! - ¡Uf! yo asustal mucho con glito fuelte - Lo siento.

En un momento la cocina se convirtió en un sitio muy concurrido. Pascualita estaba camuflada en el bote de la galleta picada ¿no había otro sitio dónde meterla? - Hola, Abuela ¿que hacel? - "Hago croquetas de pollo" - ¡Hum! a mí gustal mucho - Los ojillos oblícuos del oriental vieron a la sirena (a la que tomó por una croqueta), El bicho había hecho un imperceptible movimiento para sujetarse bien al borde del bote y evitar ser engullida por la galleta picada - ¡Oh! Aquí habel una cloqueta ... ¡Yo plobal! - Dicho y hecho. El puñetero chino cogió a Pascualita con dos dedos y abrió la boca para comérsela de un solo mordisco, sin embargo la Cotilla fue más rápida y de un manotazo mandó a la sirena a la calle a través de la ventana de la cocina que estaba abierta de par en par - ¡¡¡Nooooooo!!! - gritamos, desesperadas la abuela y yo. Salí corriendo hacia la calle mientras la abuela se encaraba con la vecina - "¿Estás loca?" - Loca tú. Si no es por mí ahora el señor Li estaría envenenado, pobrecito mío. (Esta quiere llevárselo al huerto ¡con lo que le gustan las tiendas de chinos!) A saber el tiempo que lleva caducada esa porquería.

Subí con la pobre Pasculita más muerta que viva. Afortunadamente había caído en blando, sobre la gorra del Municipal que estaba haciendo la ronda por el barrio. Cuando llegué a su lado tenía a la sirena en la mano - Creo que ha caído de tu casa - Sí, si. Ha sido la Cotilla. Yo iba a tirarlo a la basura pero ella, ya sabe cómo es, se me ha adelantado y lo ha tirado a la calle sin mirar si pasaba alguien - ¿Y que se supone que es esto? - Una croqueta mal hecha - dije mientras la cogía y salía corriendo escaleras arriba.



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