sábado, 5 de mayo de 2012

A media mañana ha venido Blas, el Parado. Necesitaba un amigo (en este caso, amiga) a quien contar sus penas... Como ya no es el primero, he pensado que podríamos poner un negocio que se llamara algo así: "Desahóguese por 5 euros", que nos ayudara a capear la dichosa crisis. Cuando se lo he comentado a la abuela me ha llamado Borrica.

A causa de las penurias que hay en su casa, Blas no usa colonia pero, aún así, la Cotilla parece olerlo y como es muy celosa, aparece por casa en cuanto él pone un pie dentro. - Aunque sea un sinverguenza no puedo dejar de amarle y no consiento que se quede a solas con vosotras dos que sois unas pajarracas de mucho cuidado. - ¡Fuera de mi casa, chafardera! - Me iré, pero volveré cuando me de la gana... sobre todo la de comer, por cierto ¿qué menú pondrás hoy? - Con gusto la tiraría por el balcón pero la abuela no me deja, no por nada, sino porque la conoce desde que eran niñas y ya está acostumbrada a sus cosas.

Los tres hijos mayores de Blas van a la Universidad. Son unos magníficos estudiantes y se están sacando los cursos a base de becas pero ahora, con los recortes, no saben si podrán seguir y como no tienen dónde caerse muertos, tendrán que buscarse la vida de tiqueteros, pizzeros o repartidores de propaganda, aunque esto tampoco es seguro porque hay mucha competencia - "A ver si se nos ocurre algo para ayudarles... ¡Venga, poneros a pensar!" - Lo único que se me ocurre (dijo la Cotilla) es que Blas se venga a vivir a casa - "¿Y qué arreglamos con eso?" - No lo sé pero yo estaría encantada.

- "¡Ya está!" Vamos a vender croquetas a domicilio. Yo las hago y tú las vendes ¿qué te parece?" - Blas dudaba. No sabía si eso era legal. - "Seguramente no porque la ganancia sería en negro pero si lo hacen otros, ¿por qué no nosotros?" - Un rato después llegó el Municipal y le pedimos consejo - Debido a lo mal administrados que hemos estado durante bastantes años y que los administradores se hayan ido de rositas; a lo calentito que se lo han llevado algunos y aún están en la calle y con los bolsillos llenos y a lo mal que nos lo están haciendo pasar con los recortes, haré la vista gorda. Es más, os buscaré clientes entre mis compañeros, algunos de los cuales me envidian por haber comido esa delicatesen que hace usted - La abuela se hinchó como un pavo real. - ¿Y cual será mi parte en este negocio? - "La de socio capitalista, como hasta ahora jejeje" - ¿Sin ganar nada? - "Pero si es para ayudar a los chicos de Blas" - Pero yo pongo el dinero - "Ven conmigo" - Me llevó a la cocina y sin darme tiempo a reaccionar, cogió a Pascualita y la metió, de sopetón, entre mis pechos. Grité al sentir el cuerpo frío y resbaladizo de la sirena y no se me ocurrió nada mejor que apretarla  con las manos para que no siguiera bajando. Acto seguido grité a pleno pulmón al sentir el mordisco salvaje de los dientecitos de tiburón - "¿Para quién será el dinero?" - me preguntó muy seria la abuela - Para Blas - mi voz fue a penas un suspiro - "Que no se te olvide" -  Lo único que me levantó un poco el ánimo fue ver la mirada golosa que los dos hombres dirigieron a mi hinchado escote. Ya dice el refrán que para estar guapa hay que sufrir.

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