miércoles, 2 de mayo de 2012

La abuela me ha comentado que si tiene tantas ganas de ir a Londres, debe ser porque allí hay algo que la estira - ¿Cómo que te estira? - "Creo que, en otra vida, viví allí. Lo he estado pensando y cada vez estoy más convencida de ello" - ¿Y quién se supone que fuiste? - "La Reina Victoria" - Las carcajadas fueron tan fuertes que, alertada por ellas, la Cotilla se presentó, ipso facto, en el comedor de casa - ¿Qué pasa?

Al rato éramos dos las que nos reíamos, en cambio, la abuela estaba muy seria - "Os lo tomáis todo a pitorreo, no sé para qué os cuento nada" - Es que ¿por qué no has podido ser, por ejemplo, una de las pobres fulanas que se cargó Jack el Destripador? - "Porque no. Yo tengo más categoría que eso. Además, mira mi piel. De porcelana. Solo pudo pertenecer a alguien de la alta aristocracia" - Creo que lo que cambia de cuerpo es el alma, según dicen los que creen en la reencarnación, así que lo de la piel es herencia familiar y no otra cosa - ¿Entonces, si fuiste la Reina esa por qué no quieres tomar el té cuando estés allí jajajajaja? - "¡Por culpa de la boba ésta y la trola que me contó!"

La discusión se fue alargando y la Cotilla acabó declarando ella también había vivido otra vida - ¿Cómo lo sabe? - Me lo dijo mi abuela: no sé a quién sales, eres una niña especial - Tenía razón ¡una cotilla especial! jajaja - Estoy hablando en serio... Dijo que había sido Matahari - ¡Toma! Le viene como anillo al dedo. Aplíquese el cuento que ya sabe como murió, fusilada por "largar" demasiado con unos y otros jajajaja... - No se puede hablar con esta nieta tuya ¡Que cruz tienes con ella! - "Ya puedes decirlo... ¿Qué te apuestas a que también ella tuvo otra vida?... Anda, dinos quién fuiste" - Que yo sepa ésta es mi primera vida - "¡Eres tonta! ¿Dónde esta tu imaginación" - La cosa se estaba poniendo fea para mí. De repente me había convertido en la diana de los ataques de esas dos brujas. Un suave chapoteo que venía de la cocina me inspiró. Las dejé con la palabra en la boca y busqué a Pascualita. Se sujetó con las manitas al escote de mi jersey - Soy la única de nosotras tres que tiene una prueba de lo que voy a decir:. Esto que llevo colgado aquí demuestra que, siglos atrás, fui una sirena de los mares del Sur. Espectacular. De largos cabellos verdes, ojos azules, una voz que atraía a cuanto marinero se me ponía a tiro... - ¡¡¡Anda ya!!! (dijeron a la vez) - Y esa fue la causa de mi muerte. Me di un atracón de pescadores. Entonces no sabía que la gula era un pecado - ¿Eso que llevas ahí no es del broche de tu abuela? ... ¿es una prueba? Bueno, si, demuestra el mal gusto que tienes para todo. Icluso para contar mentiras - ¿Por qué lo mío es mentira y lo vuestro no? - Por qué las personas que fuimos fueron reales pero... ¡una sirena! No existen, tonta... además nunca tendrían un objeto tan feo y repulsivo como ese... No puedo entender que le tengáis tanto cariño.  Lo que os pasa es que no sabéis como deshaceros de él. Trae, lo tiraré cuando me vaya, despues de comer - ¡¡¡No!!! (gritamos, asustadas) "Ya lo haremos nosotras... Ven conmigo, voy a prepara la comida" - La Cotilla tenía a Pascualita bien agarrada y con ella en la mano fue con la abuela a la cocina. Yo me devanaba los sesos pensado en como liberarla cuando un grito terrorífico me indicó que se había soltado ella solita. Corrí a por la botella de chinchón. En estos casos tan evidentes lo mejor es emborrachar al herido para que, horas después, no recuerde nada.




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